Vaticano

Francisco y Trump: no hubo choque de trenes

Pocas horas después de esta primera e histórica entrevista, me atrevo a pensar que ambos interlocutores han salido satisfechos de su entrevista de media hora





Fue el Premio Nobel de Literatura  Gabriel García Márquez el que usó la expresión “choque de trenes” para referirse al encuentro entre Fidel Castro y Juan Pablo II cuando este visitó La Habana en el ya lejano 1988.

Un idéntico pronóstico fue hecho en vísperas de la llegada del Presidente Trump al Vaticano. Entre el multimillonario estadounidense llegado a la Casa Blanca y el Papa de los pobres, en efecto, podía imaginarse un encontronazo teniendo sobre todo en cuenta que hasta pocas semanas antes de ser anunciado públicamente reinó un “suspense” que hizo pensar que al final los dos hombres no se encontrarían.

Pocas horas después de esta primera e histórica entrevista ya es evidente que la previsión ha resultado un error de apreciación. Si echamos atrás la vista no todos los encuentros entre los Papas de Roma y los inquilinos de la Casa Blanca fueron idílicos.

Pero lo cierto es que desde que Wilson visitó a Benedicto XV en 1919 hasta hoy todos los presidentes de los USA han considerado necesario encontrar a los Pontífices romanos considerados como líderes espirituales de un sector importante de la población mundial. Los consejeros de Trump tuvieron sin duda en cuenta estos precedentes para, por fin, incluir una visita a Francisco en el primer viaje internacional del mandatario norteamericano.

Mutua convergencia

Los Trump – el presidente, su mujer Melania, su hija Ivanka- se han llevado un buen recuerdo de las tres horas que han pasado en el Vaticano. Francisco les ha recibido con su habitual bonhomía y ha tenido interés en dar prioridad a los temas de mutua convergencia – la lucha contra el aborto, un confesado deseo de favorecer la paz en el mundo en general y en el Oriente Medio en particular, la defensa de la libertad religiosa- sin  poner énfasis en otros argumentos sobre los cuales sus puntos de vista son abiertamente diferentes: la lucha contra el cambio climático, la integración de los emigrantes, una apertura al mundo musulmán moderado, el rechazo de la venta imponente de armas.

La habitual discreción que rodea este tipo de encuentros no nos permite por ahora hacer una valoración definitiva del encuentro a tan alto nivel pero me atrevo a pensar que ambos interlocutores han salido satisfechos de su entrevista de media hora. El tiempo nos dirá si la primera potencia política y económica del planeta y la máxima autoridad moral del mundo contemporáneo han  entrado en una fase de aproximación y de mayor colaboración. Ojalá sea así.

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