En los años 60s del siglo pasado, el abogado Ricardo Mier Ayala fue contratado por la Universidad Autónoma de Nuevo León, en el norte de México, para llevar a cabo una campaña inédita de bioconservación, en la que, entre otras cosas, se exhibieron más de 150 especies de animales silvestres de la región. Dicha exposición fue visitada y aplaudida por más de cien mil personas, es decir, el 10 por ciento de los habitantes que tenía la ciudad de Monterrey en aquella época.
Hoy, un grupo de profesionales en distintas ramas, encabezados por el abogado nacido en Coahuila, buscan replicar esa experiencia en la misma universidad de Nuevo León, pero también en las universidades de Tamaulipas, Coahuila y Durango, así como en las de Texas, Arizona y Nuevo México, aunque con un nuevo enfoque inspirado en la encíclica del papa Francisco Laudato si’.
Ricardo Mier, quien ha sido uno de los principales difusores de dicha carta encíclica en México, es uno de los hombres más reconocidos por su labor en el cuidado del medio ambiente; entre otras cosas, ha impulsado la creación de reservas ecológicas para evitar la desaparición de especies en peligro; diseñó y supervisó el primer parque ecológico de la Ciudad de México, e impulsó la Ley Para la Conservación Ecológica y la Protección al Ambiente en su estado natal.
En entrevista para Vida Nueva Digital México, Ricardo Mier narra cómo el grupo de profesionales con el que inició el ecologismo en la región norte del país ha ido disminuyendo –no por falta de interés, sino por motivos de edad–, pero también cómo la encíclica del papa Francisco ha sido una bocanada de aire fresco para los “sobrevivientes”, al punto de tomarla como bandera.
“A mi juicio, se trata del documento más importante que haya existido en la historia de la humanidad en relación con el cuidado del medio ambiente”, asegura el abogado, y no tiene empacho en advertir que de no promoverse la aplicación de la misma con toda “determinación y firmeza”, se estaría perdiendo una oportunidad única para la humanidad.
“Lo que pretendemos ahora –señala respecto de la intención de impulsar desde el ámbito universitario programas ecológicos inspirados en la encíclica– es repetir experiencias que en el pasado fueron exitosas, pero pasando de un ecologismo laico a un ecologismo basado en la encíclica Laudato si’. Esperamos que la Universidad de Nuevo León quiera ser nuevamente pionera en este tema, como lo fue en el pasado”.
Ricardo Mier no está sólo, sino que cuenta con el apoyo y capacidad de diferentes organizaciones ecologistas que están dispuestas a trabajar en éste y en muchos otros proyectos a favor del cuidado de la “Casa Común”.
“Actualmente somos entre 200 y 300 personas –profesionales en diferentes áreas–, que desde hace muchos años tenemos un gran interés en el cuidado del medio ambiente. Los convoco levantando el puño y gritando: ‘moribundos al ataque’”, explica con humor, y continúa: “Literalmente hay varios moribundos, porque los que no están moribundos, ya se murieron; pero los que estamos vivos, tenemos cabal salud y lucidez, y sobre todo, mucha experiencia”.
El pasado 24 de mayo se cumplieron dos años de la publicación de la encíclica Laudato si’ , y para Ricardo Mier, han sido dos años desperdiciados.
“Algo que me preocupa es que no veo que la Iglesia esté tomando en serio esto; no veo que sea su prioridad número uno; no veo que promueva la encíclica. Soy consciente de que la Iglesia atiende muchos frentes y lo hace con eficacia, pero yo quisiera verla en la vanguardia, con la encíclica por delante, como un nuevo símbolo de la humanidad”.
“En los diez mandamientos –reflexiona el abogado– no dice expresamente ‘no contaminarás’, ‘no alterarás el equilibrio ecológico’, ‘no atentarás contra la diversidad’, porque en realidad son como un manual de procedimientos para que el hombre trate con el hombre, y sin duda es lo más grande que ha habido; sin embargo, si uno analiza detenidamente el primer mandamiento: ‘Amarás a Dios sobre todas las cosas’, no podemos dejar de recordar aquel refrán: ‘obras son amores y no buenas razones’. Y entender, estudiar y proteger la obra de Dios, la creación, son amores. Yo pienso que el sueño de Dios es que su obra continúe como Él lo planeó, y lo que nosotros llamamos desarrollo y progreso, muchas veces va en otro sentido”.
–En la reciente reunión entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump y el papa Francisco, el Santo Padre le obsequió al mandatario un ejemplar de la carta encíclica Laudato si’, ¿qué opinión le merece esto?
–Me parece uno de los actos más importantes que puede haber en beneficio de la humanidad, sobre todo, en este momento. Desde luego, muchos pontífices han hecho cosas muy valiosas y trascendentes para la humanidad, pero ninguno le había puesto en las manos, al político más poderoso del mundo, una herramienta indispensable, valiosísima, para inducir el desarrollo sustentable en todo el mundo. No olvidemos que este bárbaro puede desatar una guerra mundial con mover un solo dedo.
Ricardo Mier consideró que la medida del presidente norteamericano de reducir el presupuesto en las acciones para detener el cambio climático, bajo el argumento de que sólo así se pueden generar más empleos, y que en realidad no hay tanto peligro, es una muestra de “ignorancia pura” y “arrogancia del más alto nivel”.
“A estas alturas –insistió– que alguien quiera negar la existencia del cambio climático, y lo importante que es para el futuro mismo de la humanidad, me parece una muestra muy grande de ignorancia”.
Sin embargo, dijo entender muy bien lo que pasa por la mente del Presidente de los Estados Unidos, pues a lo largo de la historia siempre aparecen razones económicas, políticas, y a veces sociales, que doblegan los principios ecológicos.
“En Laudato si’, el Papa expresa de forma magistral que si bien todas las cosas están conectadas, unas deben supeditarse a otras, y el equilibrio ecológico, la armonía ambiental, el prodigio mismo de la vida y la biodiversidad, son elementos que deben estar por encima de cualquier interés económico o político”, concluyó.