“Sin trabajo se pierde la dignidad”, clama el Papa en su visita a Génova

La jornada genovesa del papa Francisco, en este sábado 27 de mayo, ha comenzado en las instalaciones de la importante fábrica siderúrgica ILVA. Una planta de producción de acero que, a lo largo de un siglo, ha pasado de ser el mayor complejo europeo de producción de acero a sufrir todos los problemas de la crisis del sector, con sus correspondientes consecuencias económicas y sociales.

Ante 3.500 trabajadores ataviados con sus cascos de seguridad y sus chalecos reflectantes, representantes de muchas empresas locales, el Papa ha entrado en diálogo con el mundo del trabajo, respondiendo a cuatro preguntas sobre la burocracia, los nuevos desafíos tecnológicos, el propio testimonio evangélico en el contexto laboral o el desempleo. El Papa se emocionó al recordar que, aunque era su primera visita a Génova, desde aquel puerto su padre salió hacia Argentina.

Empresarios y despidos

En su intervención, el papa Francisco subrayó que “el mundo del trabajo es una prioridad humana”, y, por lo tanto, “una prioridad cristiana, una prioridad nuestra y también una prioridad del Papa”. Refiriéndose al propio ejemplo de Jesús, que era un trabajador, el Papa alabó la fuerza creativa de quien crea nuevos proyectos.

También la actitud de Jesús es un ejemplo para los empresarios: “No hay buena economía sin un buen empresario”, señaló, en el sentido de que este “debe ser un buen trabajador. Debe tener la experiencia del trabajo. Y ser capaz de compartir las fatigas de los trabajadores y sus logros”. Por eso, destacó, que “ningún buen empresario ama despedir a su gente”.

Los despidos como resolución de problemas son para el Papa dinámicas de un “comerciante que vende a su gente y que el día de mañana venderá su propia dignidad”. Esta forma de ser empresario preocupado por su empresa y su gente ha sido definida por el Papa como “la mística del amor”. Por ello, ha advertido contra el “especulador”, que piensa “que los reglamentos y las leyes están pensados para los deshonestos y terminan castigando a los honestos”. Esta es la “economía despiadada” que ha condenado Francisco, a la vez que ha dicho que “el problema del trabajo solo se resuelve con trabajo para todos”.

Vivir o sobrevivir

El Pontífice ha condenado la economía sumergida -haciendo referencia incluso a situaciones que ha conocido– de este “chantaje social” en el que se traduce el “rescate social” en tiempo de crisis, dos palabras casi iguales en italiano. “El trabajo es amigo del hombre y el hombre amigo del trabajo, a pesar de que a veces nos hiere”, porque, “sin trabajo se pierde la dignidad”, porque “mientras sin trabajo se puede sobrevivir, para vivir se necesita el trabajo. Ahí está la elección: entre vivir o sobrevivir”, afirmó Bergoglio.

En este sentido, el Papa denunció la paradoja de un mundo en el que tantos quieren trabajar y no pueden, y los que trabajan tanto que son explotados. Así, “el trabajo es el centro de todo pacto social”; por eso, hay que “seguir amando el trabajo y aprender a rezar, porque el trabajo es amigo de la oración”, ha concluido el Papa.

Con sacerdotes y religiosos

A partir de las 10:00 h., en la catedral de San Lorenzo de Génova, el papa Francisco se ha reunido con los sacerdotes, religiosos y representantes de otras confesiones religiosas. Ante 1.900 participantes, Francisco ha comenzado su encuentro con una oración por los cristianos coptos fallecidos en el último atentado y ha compartido muchas de sus experiencias personales.

A todos les ha pedido “dejarse cansar por la gente, y no defender mucho la propia tranquilidad”, es la “tensión necesaria” que ha pedido a los religiosos y sacerdotes. También les ha pedido que eviten toda “autorreferencialidad”, como aquellos que “cuando van por la calle solo hablan de sí mismos, de todo lo que hacen…”, y que “lleven una vida de encuentro, con la oración y con la gente”, porque “así era Jesús, esa es su fórmula: tener una clara conciencia de que su vida es para los demás, para el Padre y para los otros”. Estos criterios, que derivan del seguimiento de Jesús, son “totalmente actuales y modernos”, ha recordado el Papa.

También el Papa ha propuesto la “fidelidad al carisma fundacional” con la “actualidad de quien lo vive con amor”; es el testimonio mejor ante el descenso vocacional, frente a “la mundanidad espiritual”.

Fraternidad frente a autosuficiencia

Ante la pregunta de un párroco anciano, el Papa ha hecho una llamada a la “la fraternidad presbiteral”, “una tarea de todos los días” para hacer frente a la autosuficiencia: “Este es un sacerdote Google o Wikipedia, que sabe todo… Esta es una realidad que hace tanto mal a la vida sacerdotal, la autosuficiencia, evitando les reuniones, que mientras los demás hablan está ensimismado en sus cosas… y parece que solo le interesa cuando el obispo dice que subirá la aportación económica de los fieles”, ha denunciado el Papa.

Por esto es “una verdadera ascesis la fraternidad sacerdotal, escucharse, rezar juntos, una buen banquete juntos, hacer fiesta, un partido de fútbol juntos los sacerdotes jóvenes… Esto hace bien, la fraternidad es muy humana, hacer con los sacerdotes lo mismo que yo hacía con mis hermanos”. Es la forma de hacer frente al “egoísmo”, las “murmuraciones”, la “envidia y la compleción”, como las “auténticas calumnias”, la “traición al hermano”, que el Papa ha visto en algunos de los informes en las consultas a los candidatos a obispos.

El Pontífice ha pedido a los religiosos que “hagan más concreto, más visible, más cercano el carisma”, a través de la “diocesaneidad” que da la concreción de las diferentes realidades que hacen crecer los institutos religiosos. En este sentido, ha anunciado la renovación del documento Mutuae relationes sobre las relaciones entre los obispos y las congregaciones; para ambos ha pedido mente abierta para resolver los conflictos. También Francisco ha agradecido la “disponibilidad” de los religiosos que van a “todas las periferias, las de la pobreza, las del pensamiento…, reflejo de los lugares donde han nacido los carismas primordiales”.