“Desde el comienzo de la emergencia tanto la Comisión Medio Ambiente Gestión de Riesgo y Emergencia (MAGRE) de la arquidiócesis, como Radio San Bartolomé se han mantenido en una destacada actitud de colaboración con quienes sufren a causa de las inclemencias del tiempo. Por mi parte, junto al personal consagrado y a los agentes pastorales de nuestras comunidades, expreso una vez más nuestra cercanía y solidaridad con los que sufren”, expresó René Rebolledo, arzobispo de La Serena, en declaración pública ante los daños que provocaba el intenso temporal con inundaciones y aludes en las zonas interiores.
En la noche del miércoles 10 de mayo se inició una fuerte lluvia en las regiones de Coquimbo y Atacama, la que alcanzó su mayor intensidad el día viernes, empezando a declinar en la tarde del sábado. En ese período cayó una cantidad de agua superior a la que llueve durante un año en la zona, provocando aludes, crecida de los ríos y anegamiento en zonas urbanas. En los días previos, el pronóstico había activado todas las alarmas ante el temor que se repitiera la catástrofe del año anterior que dejó un saldo de varios muertos y cientos de familias damnificadas.
Se activa la red Caritas
Coordinados desde Caritas Chile, en Santiago, rápidamente se activaron los equipos diocesanos en La Serena y Copiapó tanto para organizar la solidaridad con los afectados, como para colaborar en la recuperación de las viviendas dañadas.
El director de emergencias de la arquidiócesis de La Serena, Patricio Alegre, declaró: “Solicitamos a las parroquias y comunidades organizarse con sus agentes pastorales. Cada parroquia puede ser un centro de acopio. Solicitamos colaboración en agua, alimentos no perecibles, útiles de aseo para hombres, mujeres y niños, y frazadas”. Según cifras de la Oficina Nacional de Emergencia, los afectados en La Serena llegarían a las 11.500 personas. Esta misma oficina coordina las actividades de ayuda que realizan la Cruz Roja, el Instituto de la Juventud, Caritas Chile y varios otros organismos integrantes de la Red de Ayuda Humanitaria de Chile.
También la Pastoral Juvenil arquidiocesana activó sus grupos parroquiales y abrió su sede, la Casa de los Jóvenes, como centro de acopio. La misma noche del sábado un grupo de voluntarios llevó ayuda recolectada para 7 familias albergadas en un colegio de una de las zonas afectadas con el aumento de caudal del río Elqui. La coordinadora Francisca Leyton relató que “ellos se encuentran tranquilos, pero es un testimonio muy desgarrador, ya que quedaron con lo puesto. Nos recordaron que muchas veces más que una ayuda económica, es importante la compañía y cercanía espiritual”, aseguró. Al día siguiente, los voluntarios se acercaron hasta los principales templos de la ciudad para recibir la cooperación de quienes participaban en las misas.
Otro tanto ocurrió en la vecina diócesis de Copiapó donde su obispo, Celestino Aós, también expresó su solidaridad con los afectados y activó los organismos pertinentes para ir en ayuda de ellos. Información oficial afirma que en la zona hay casi 20 mil damnificados, habiendo sido necesario evacuar algunas pequeñas ciudades, en especial Chañaral, que fue declarada “zona de catástrofe” por el Gobierno central. En la ciudad de Copiapó, el río creció hasta provocar pánico en los sectores aledaños, aunque no llegó a causar problemas.
Carolina, de 15 años, es una de las voluntarias que ha estado sacando barro de las casas con sus compañeros del Liceo Católico donde estudia. Su casa no sufrió daño, por lo que “tomamos palas y escobas para ir a ayudar luego de juntar a un grupo de jóvenes”. Por su parte, Ximena Miranda con otras mujeres de su comunidad llegaron al sector de Paipote para cocinar y ofrecer alimentación a los voluntarios que colaboraban en la zona, a albergados y a personas que no tenían donde preparar sus alimentos. “El miércoles se prepararon 162 raciones de comida”, cuenta Ximena; “el jueves se entregaron 200 raciones de arroz con pollo; y así fue creciendo la ayuda”.
La intensidad de las lluvias pasó; quedó un saldo de dolor, aunque también de mayor confianza porque surtieron efecto las medidas preventivas adoptadas después de lo ocurrido el año pasado; esta vez muchos poblados fueron protegidos de aludes o inundaciones. Poco a poco, las medidas que se van adoptando garantizan mayor seguridad ante estos inusitados cambios en el clima de esta zona.