México

Frente al autogobierno en las cárceles, la Iglesia está llamada a ser protagonista

  • Como madre y maestra, debe denunciar la corrupción de las autoridades, asegura especialista





De acuerdo con el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados, al menos 189 de las 291 cárceles estatales en México (casi 7 de cada 10), tienen autogobierno; es decir, personas privadas de su libertad, miembros del crimen organizado, que realizan funciones de autoridad relacionadas con la administración del centro penitenciario.

Sobre esta problemática que afecta gravemente la rehabilitación y reinserción en la sociedad de los delincuentes, así como el papel que debe jugar la Iglesia católica a través de la Pastoral Penitenciaria, habla para Vida Nueva Digital México, Pedro Arellano, quien lleva 24 años trabajando en el sistema penitenciario nacional.

Tras señalar que la Iglesia está llamada a tener un papel protagónico frente a la situación carcelaria actual –trabajando en la prevención, la atención a los presos y en la inserción post penal–, el especialista aseguró que como madre y maestra, ésta no puede dejar de denunciar las condiciones violatorias a los derechos humanos en los reclusorios y la corrupción de las autoridades.

Por ello, lamentó que la Pastoral Penitenciaria en México carezca actualmente de una formación sistemática de sus pastores y catequistas, y que en los últimos años se haya elegido como responsables de esta dimensión a personas que no tienen una verdadera vocación a favor de los presos y de sus familias.

El origen del autogobierno

Sobre el hecho de que el 65 por ciento de los reclusorios estatales se encuentren en poder de grupos delictivos –según el estudio de la Cámara de Diputados–, Arellano recordó que el autogobierno en los reclusorios ha existido desde antaño, pero este fenómeno se disparó gracias a la llamada “guerra contra el crimen organizado”, promovida por el presidente Felipe Calderón, quien, “sin tener las condiciones elementales”, desató una supuesta persecución contra los líderes de los principales cárteles de la droga en México.

“Pero al no contar con reclusorios adecuados –dijo– para internar a los detenidos del crimen organizado, provocó que este perfil de presos se apoderada de gran parte de los centros de reclusión del país”.

Asegura que esta situación no es exclusiva de México, sino que el autogobierno existe en muchos otros países. Incluso, en algunos de América Latina, como en Brasil, se ha querido “legalizar” esta forma de reclusión.

Sobrepoblación y corrupción

En cuanto a la sobrepoblación en las cárceles, que de acuerdo con el citado estudio afecta a cinco de cada diez centros de reclusión, Pedro Arellano, quien durante seis años fungió como director de la Pastoral Penitenciaria en la Conferencia del Episcopado Mexicano, señaló que este problema, junto con la corrupción, son dos de los lastres que arrastra el sistema penitenciario. Y es que –explicó– a menor espacio, más peleados son los privilegios en la cárceles.

Consideró que ante la falta de profesionalización de las autoridades penitenciarias, los reclusorios se han convertido en un “botín” de intereses políticos, delincuenciales, económicos y sociales.

“La utopía cristiana es ‘una sociedad sin cárceles’, pero las políticas públicas en México hacen creer que, si se tienen más reclusorios, se tiene también más seguridad en el país; sin embargo; la realidad es que los reclusorios son la principal fuente de reclutamiento del crimen organizado, y la autoridad mete de manera arbitraria a las personas a la cárcel, según estudios de la propia Pastoral Penitenciaria”.

Causas de la sobrepoblación

–México, con poco más de 233 mil internos, ocupa el séptimo lugar mundial en población carcelaria. Comparado con algunos países de Europa, donde han tenido que cerrar las cárceles, ¿qué es lo que está pasando en el país, que continúa aumentando la población carcelaria?

–En mi opinión, el número de la población penitenciaria se debe a varios factores: en primer lugar, la falta de políticas de prevención en la niñez y en la juventud. Muchos de los niños, en sus juegos, no quieren tener el rol de policías o soldados, quieren jugar a ser narcotraficantes o sicarios. Y en ese sentido, todos somos culpables. La vida de lujos y privilegios de los delincuentes, así como la imagen de héroes populares, es un imán que jala a la juventud.

Aseguró que la desesperanza de los jóvenes es otro de los factores que incrementan la población carcelaria, pues en muchas entidades federativas “es más fácil conseguir una pistola que una beca para estudiar”.

Añadió que otro de los factores es la mala procuración e impartición de la justicia penal, pues pese al Nuevo Sistema Acusatorio o juicios orales, no se renovaron los policías de investigación ni los jueces, y al considerar siempre culpable al detenido, los penales siguen llenándose de personas que no tuvieron un debido proceso.

Sistema colapsado

En torno al dicho de que en México no existen centros de rehabilitación, sino escuelas del crimen, Pedro Arellano aseveró que el sistema penitenciario en el país ha colapsado, pues no se han buscado alternativas como, por ejemplo, la “cárcel electrónica”.

Explicó que actualmente el crimen organizado no sólo gobierna por medio de los internos, sino que ahora tiene incluso empresas que construyen los penales “y quitan y ponen autoridades”. Cuentan con personas que tienen doctorados en criminología y forman una red de autoridades que controlan los reclusorios en la mayoría de los estados.

Ante este panorama –sentenció– no es posible la resocialización y la inserción post-penal. “No es posible tener sistemas carcelarios que reciben 28 por ciento de internos que cometieron un delito en torno a una adicción, y salgan, de ese mismo centro, el 70 por ciento con adicciones.

Información oculta

El estudio elaborado por la Cámara de Diputados revela que los centros de readaptación federal han sido mejor evaluados que los centro de readaptación estatales; al respecto, Arellano, quien durante siete años también se desempeñó como Director de Ejecución de Sanciones Penales de los diez reclusorios de la Ciudad de México, dijo que esto se debe a la sencilla razón de que los centros federales guardan mayor hermetismo y no permiten acceso a sus datos.

Y sobre los principales factores que favorecen que gran parte de las cárceles del país estén siendo gobernadas por los grupos delictivos, señaló: si el crimen organizado ya controla muchas actividades afuera –aunque lo niegue la autoridad–, es fácil que lo siga haciendo desde adentro de los reclusorios; mencionó también que la corrupción de las autoridades abrió la puerta al empoderamiento de los cárteles en los reclusorios, y el hecho de que el crimen organizado fue formando sus cuadros penitenciarios, y ahora los reclusorios son controlados por la segunda generación de éstos.

Urge un cambio profundo

Finalmente, el también Presidente del Instituto de Penitenciaristas de la Ciudad de México advirtió que para que la contaminación carcelaria no corrompa a los pequeños infractores de la Ley, la solución es la justicia alternativa y la creación de juzgados de drogas que no mezclen a delincuentes con enfermos adictos.

“Seguir teniendo reclusorios de baja seguridad y del fuero común con delincuentes de bandas y cárteles del crimen, dará como resultado el incremento de la inseguridad, pues nunca las frutas sanas han curado a las podridas”, concluyó.

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