Octubre es sinónimo de Domund. Y a la inversa. Pero en 2019, la identificación será plena. Y es que, el papa Francisco ha aprobado la proclamación de “un mes misionero extraordinario, en octubre de 2019, para conmemorar el centenario de la promulgación de la encíclica ‘Maximum illud’ –de Benedicto XV- y promover la tarea misionera de la Iglesia en línea con la ‘Evangelii gaudium’”.
Así lo ha confirmado el presidente de las Obras Misionales Pontificias (OMP), Protase Rugambwa, en la apertura de la Asamblea general de las OMP que se celebra en Roma hasta el 3 de junio, según recoge la agencia Fides. El también secretario adjunto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos ha subrayado el impulso que confía dará esta iniciativa de animación misionera.
“Dejémonos formar y pongámonos en tela de juicio para que nunca nos falte el coraje de la conversión, del discernimiento y de la auténtica transformación de cada uno de nosotros y de las instituciones en las que servimos”, explicó Rugambwa, que en esta misma línea reclamó “audacia y creatividad en el discernimiento y en el replanteamiento de nuestras estructuras, estilos y métodos” así como que se “redescubra la misión en el corazón de la fe cristiana”.
El presidente de OMP anunció además la creación en un futuro de un logotipo compartido “para ayudarnos a afirmar internacionalmente la identidad única de las OMP en el respeto de las diferencias y de las exigencias locales”.
Después de Trump, la nada. El terremoto mediático que ha provocado la primera gira internacional del presidente estadounidense amenaza con réplicas en distintos puntos europeos durante los próximos días. O cuanto menos, amenaza con silenciar otros asuntos. En el Vaticano también. Las miradas hacia Trump y familia han dejado en un segundo plano para los medios, la audiencia del otro mandatario norteamericano: el primer ministro canadiense, Justin Trudeau.
Justin no es Trump ni busca serlo. De ahí que las alertas ante la cita fueran mínimas. Y eso que la conversación que mantuvieron Francisco y el mandatario canadiense no era un asunto menor para el país. Trudeau llegó con el propósito de acabar con una herida abierta por las llamadas “escuelas residenciales”, unos centros que en su momento llevaron a separar hasta más de 100.000 niños indígenas de sus familias para ser trasladados allí.
En 2015, la llamada Comisión de la Verdad y Reconciliación de Canadá dictaminó en un informe la necesidad de que la Santa Sede pidiera perdón ante aquellos sucesos por lo que se considera un “abuso espiritual, cultural, emocional, físico y sexual” hacia estos menores. Con este aval, Trudeau no se presentó en el Vaticano con afán reivindicativo histórico, sino con una única palabra: “Reconciliación”. Trudeau habrá encontrado en Francisco una receptividad y disposición para sanar. Habrá petición de perdón. Seguro. Como lo hizo Benedicto XVI en 2009.
Algo –o mucho- está fallando en nuestra mirada, atención y trabajo con los adolescentes cuando un niño de 13 años pierde las dos piernas al intentar saltar entre los vagones de metro de Madrid. Se puede caer en culpar al propio chaval, a sus amigos, al entorno familiar… Pero también a la sociedad.
A esa sociedad que está contemplando sucesos preocupantes, como las peleas que se celebran en las calles más desiertas de pueblos y ciudades de nuestro país al salir de clase, no para ajustar cuentas sino para crear videos virales que les hagan protagonistas en la red de redes.
Riesgo. Busca de emociones al límite. Provocación. Hacerse notar. Llámenlo como quieran. Pero hay mucho más que una trastada. Mucho más. Algo falla. Mucho falla.