La Iglesia en el estado de Pará, al norte de Brasil, está de luto. Así lo ha manifestado el obispo de la diócesis de Conceição do Araguaia, Dominique You, en la eucaristía que presidió en Pau D’arco, en la noche del martes 30 de mayo, en solidaridad con las familias de los diez campesinos asesinados en este municipio –nueve hombres y una mujer– el pasado 24 de mayo en horas de la mañana.
De acuerdo con la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT), la matanza ocurrió “durante una acción de reintegración de posesión de un campamento situado en la hacienda Santa Lucía, realizada por la policía civil y militar”.
Ese mismo día, el obispo diocesano salió en defensa de la vida, pronunciándose enérgicamente a través de las redes sociales: “La vida humana no es una cosa de la cual alguien se puede librar cuando contradice o amenaza intereses particulares”, aseveró el pastor, cuestionando la codicia y el uso de las armas en la lucha por la posesión de la tierra: “¿Será que la vida humana no vale más que la de un animal?, ¿será que la lucha por la posesión de la tierra exige, hoy, la fuerza de las armas?, ¿será que el cumplimento de la Ley no conoce otro camino fuera de la destrucción del adversario?”. Peor aún, “¿será que Brasil está, de hecho, en guerra?”.
“No matarás”
Ante la tragedia, Dominique You convocó a “todo el pueblo a orar y a convertirse para que el mandamiento ‘no matarás’ retome su poder en la conciencia de todos nosotros y en nuestra cultura”.
A este propósito se encaminó la jornada de solidaridad y de oración por la paz y por las víctimas, celebrada el 30 de mayo, a las 7:30 p.m., no solamente en Pau D’arco –donde el obispo presidió la Eucaristía–, sino también en todas las iglesias y capillas de la diócesis.
“Es urgente un nuevo despertar de la conciencia para que la paz social pueda volver a cimentarse sobre una auténtica justicia”, ha dicho el obispo. “Que Dios salve a Brasil de la violencia, de la injusticia y del lucro”.
Repudio e indignación
Otras voces de repudio e indignación se han sumado a la de la Iglesia. Algunos representantes de los pueblos y de las comunidades tradicionales del estado de Maranhão, por ejemplo, denunciaron que “este ataque hace parte de una secuencia de masacres cometidas por el Estado brasileño contra nuestros pueblos y comunidades tradicionales”. En efecto, lo ocurrido en Pau D’arco hace parte de “una trágica historia que se repite en nuestro día a día, en una tentativa por silenciar nuestra historia”.
El presidente del Consejo Nacional de Derechos Humanos (CNDH), Darci Frigo, por su parte, en una entrevista concedida a la agencia de reportaje y periodismo investigativo Pública, ha planteado la hipótesis de una venganza por parte de la fuerza pública: “La pregunta que nos hacemos es si no fue una venganza, teniendo en cuenta la muerte del guardia de seguridad de la hacienda hace pocos días en el local”. Algunos testimonios recogidos por el CNDH también han reforzado la tesis de que las víctimas fueron ejecutadas por la policía tras haberse rendido.
Ante estos hechos, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA, y la oficina regional para América del Sur del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH), han denunciado la violencia policial que ha provocado la muerte de los diez campesinos en Pau D’arco, al tiempo que condenan al gobierno de Michel Temer por el uso “excesivo de la fuerza” para reprimir protestas.
Con esta masacre, el número de muertes en el campo ocurridas durante lo corrido de 2017 llega a 37, superando la mitad de los asesinatos registrados en 2016 (61), como se detalla en el informe ‘Conflictos en el campo de Brasil 2016’ dado a conocer hace menos de dos meses.