El Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso ha hecho público el mensaje que ha enviado a la comunidad musulmana mundial con motivo del mes de Ramadán, en este año 1438 según su calendario.
El texto, que lleva la fecha del 19 de mayo, día en el que ha comenzado el mes sagrado para la religión islámica, está firmado por el presidente del consejo, el cardenal Jean-Louis Tauran, y el secretario, Miguel Ángel Ayuso. En esta ocasión lleva el título: “Cristianos y musulmanes, juntos por el cuidado de la casa común”.
Además de expresar los mejores deseos para este tiempo de ayuno y celebración, el mensaje recuerda que la tradición del envío de esta misiva se inició hace ahora 50 años, tres años después de la creación de este pontificio consejo. El texto destaca que este mensaje es la intervención “más antigua y más importante” de las iniciativas que buscan “promover el diálogo con los musulmanes” y que los papas han firmado el correspondiente a su primer año de pontificado.
Esta intervención escrita es una oportunidad para “promover las relaciones cordiales entre los vecinos y amigos cristianos y musulmanes, ofreciendo reflexiones sobre los retos más actuales y urgentes”, se asegura en la carta. Por ello se ha elegido como contenido de este año la encíclica ‘Laudato Si’’, que el papa Francisco ha dirigido “no sólo a los católicos y los cristianos, sino a toda la humanidad”.
El mensaje invita a todos a tomar conciencia del “daño causado al medio ambiente, a nosotros mismos ya nuestros semejantes, nuestros estilos de vida y nuestras decisiones” sobre el que la encíclica advierte. E invita a “aceptar este desafío” que “involucra a todos, independientemente de que profesen o no una creencia religiosa”.
Esta visión del mundo como “casa común”, supone una invitación a “renovar el diálogo sobre cómo estamos construyendo el futuro de nuestro planeta (…) porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos tocan y nos afectan a todos”, dice el Papa en su encíclica.
Siguiendo al Pontífice, el mensaje invita a todos a una “conversión ecológica global”, porque “como creyentes, nuestra relación con Dios tiene que ser cada vez más evidente a través de la forma en que nos relacionamos con el mundo que nos rodea. Nuestra vocación de ser los guardianes de la obra de Dios no es opcional ni marginal en relación con nuestro compromiso religioso como cristianos y musulmanes, sino que es una parte esencial de la misma”, se lee en el texto.