Cada viernes, ‘Vida Nueva’ te acerca sus recomendaciones en pantalla grande (o no tanto)
El judío neoyorquino Norman Oppenheimer (un Richard Gere solidario y más maduro en todos los sentidos) es un hombre de negocios de poca monta, pero cuyo don especial como conseguidor y relaciones públicas le permite conocer a quien años más tarde será el primer ministro de Israel.
Esta circunstancia –que le cambiará la vida drásticamente, acarreándole toda suerte de líos y problemas– nos permite familiarizarnos con la ambigua y tragicómica personalidad del protagonista, una mezcla de temerario, aprovechado, impostor y perdedor.
Joseph Cedar saca partido al tirón –y al oficio– del otrora príncipe azul de América para brindarnos una película agradable y ligera, a la medida de un actor que lo es más que nunca.
Obsesionado por la búsqueda de Z, la ciudad perdida –una supuesta civilización en las profundidades de la Amazonía entre Bolivia y Brasil–, tras varias expediciones a la zona, el explorador británico Percy Fawcett (Charlie Hunnam) quedaría atrapado para siempre por el embrujo de la jungla.
El reputado cineasta James Gray nos embarca en una road movie fluvial que es mucho más que una cinta de aventuras. Por su estética o su ritmo, pero también por la época convulsa en la que transcurre, con batallas dialécticas (en la Royal Geographical Society londinense) y armadas (en la I Guerra Mundial) y esa familia sostenida por una abnegada madre y esposa (Sienna Miller).
Un viaje elegante y caudaloso que nos remonta a los clásicos del género.
Historia en tres actos (infancia, adolescencia y madurez) de un chico negro y gay que crece en los suburbios de Miami, Moonlight constituye un primoroso ejercicio de contención narrativa, elegancia formal y sensibilidad hacia un tema pocas veces tratado con tanto respeto y delicadeza.
Sin alardes, con ritmo pausado y mirada envolvente, Barry Jenkins acompaña a su protagonista camino de la edad adulta, para descubrir cómo el chaval indefenso se convertirá años más tarde en un tipo duro.
Drama honesto, que no oculta las aristas de un aprendizaje vital hecho de situaciones dolorosas (la venganza), gozosas (la primera experiencia sexual) y sanadoras (el perdón), se alzó –con todo merecimiento y no poco suspense– con el Óscar a la mejor película del año.