“Es muy perverso ver cómo un país hermano afecta a otros países. Debemos unirnos, debemos aportar desde nuestra identidad, debe haber un cambio estructural; somos una sola familia, y por lo tanto, tenemos un solo futuro: o nos ganamos todos o nos perdemos todos”, así lo afirmó monseñor Gregorio Rosa Chávez, al referirse a la crisis humanitaria que se vive no sólo en México, sino también en Centroamérica, a causa del endurecimiento de las políticas migratorias en Estados Unidos.
En entrevista para Vida Nueva Digital México, el obispo auxiliar de San Salvador y próximo miembro del Colegio Cardenalicio, habló también del reciente encuentro del papa Francisco con el presidente norteamericano Donald Trump. Al respecto, manifestó que el Santo Padre tiene una postura muy clara en el sentido de “derribar muros y aprender a vivir como hermanos en justicia, en verdad, en amor y en solidaridad”.
El también Presidente de Cáritas El Salvador y Cáritas para América Latina y el Caribe, señaló que ante la crisis humanitaria que atraviesan varios países de la región, las Cáritas diocesanas se encuentran bien coordinadas, principalmente en el tema de migrantes, pero también en materia de desarrollo sostenible.
Sobre su nombramiento, monseñor explicó que de primer momento se sintió desconcertado y sin saber lo que estaba pasando, pero al pasar de los días ha estado tranquilo al ver la respuesta de la gente: “veo que están contentos”, aunque no deja de preguntarse: “cómo, a estas alturas, el Papa miró hacia mi persona para estar cerca de él. Yo siento mucha alegría en este momento en mi corazón”.
Al ser cuestionado sobre si ve la mano de monseñor Óscar Romero en su cardenalato, respondió: “en todo lo que veo, escucho y leo, siempre veo a monseñor Romero; veo que es su milagro, veo que es un reconocimiento a su obra. Él tiene que ver con esto, con su legado”.
En este sentido, añadió que le enorgullece saber que monseñor Romero lo valoraba como amigo, ya que “en su diario tiene una carta donde habla de nuestra amistad”.
También se mostró satisfecho al asegurar que monseñor Romero “está tomando el lugar que le toca; hubo tanta calumnia contra él, cuando ayudó a la gente más humilde. A la Iglesia le cuesta entender qué es un pastor. Poco a poco vamos comprendiendo, y es maravilloso cuando van llegando a su tumba a orar, en el lugar donde se le martirizó. Creo que se anuncia una nueva era para nuestra Iglesia y también para nuestro país”.
Finalmente, Rosa Chávez, quien fue el único salvadoreño que estuvo en todas las reuniones de diálogo por la paz entre 1984 y 1989, que llevaron al final de la guerra civil en ese país, lamentó: “aunque firmamos la paz, no tenemos cultura de paz; firmamos la paz, pero no tenemos la vivencia cotidiana de la paz; en este momento tenemos una guerra brutal en la violencia juvenil”.