Autoridades eclesiásticas se incomodan ante dichos sobre la despenalización del aborto y a la instauración del matrimonio homosexual.
El pasado jueves 1 de junio, la presidenta Michelle Bachelet presentó ante el Congreso de la Nación su última cuenta pública. En su discurso abordó una amplia gama de temas y concluyó haciendo un llamado a la unidad de su sector político actualmente fracturado. Analistas señalan que el discurso estuvo marcado por la campaña electoral presidencial que está en fase de elecciones primarias.
En su intervención, Bachelet expresó en relación al rol del mercado en la sociedad que “si impera la pura lógica de mercado, temas vitales como la educación, la salud o la vivienda pasan a ser bienes de consumo, que crean divisiones entre quienes pueden y quienes no pueden pagarlos”. Más adelante validó positivamente su propia gestión de gobierno: “lo digo con humildad, pero con firmeza: hemos tenido el coraje de mirar nuestros problemas de frente. Hemos puesto en el centro del debate temas que hasta ahora no habíamos debatido (…) Sé que falta mucho. Sé que consolidar y avanzar en las transformaciones requerirá un buen tiempo más allá de mi gobierno. Sé que son cambios que habrá que continuar y profundizar, y que los chilenos y chilenas deberán decidirlos”, señaló.
Sin embargo, abordó también temas controvertidos como fue su insistencia en despenalizar el aborto en tres causales (riesgo de vida de la madre, violación e inviabilidad del feto) y en relación al matrimonio homosexual. Respecto a este último tema dijo que “durante el segundo semestre ingresaremos a este honorable Congreso un proyecto de Ley de Matrimonio Igualitario, porque no puede ser que los prejuicios añejos sean más fuertes que el amor”. Estas afirmaciones provocaron expresiones de disgusto en muchos de los presentes, incluso en el cardenal Ricardo Ezzati, arzobispo de Santiago. Al ser consultado por ello, el cardenal expresó que es de público conocimiento “cuáles son los principios de la Iglesia y cuáles son nuestras convicciones. Esas convicciones las mantenemos más allá de cualquier tipo de proyecto porque no es lo mismo que algo sea legal y que sea éticamente bueno para el país”.
Por su parte, Santiago Silva, obispo castrense y presidente de la Conferencia Episcopal Chilena, en relación a esos mismos temas, dijo: “son especialmente delicados; merecen una amplia discusión donde podamos participar todos los actores de la sociedad que tengamos algo que decir, en vistas de nuestra preocupación por los derechos humanos, por la dignidad de las personas”.