España acoge por primera vez una liturgia luterano-católica

El Congreso sobre los 500 años de la Reforma en Salamanca concluye con una oración ecuménica en la Iglesia de La Clerecía

El Congreso sobre los 500 años de la Reforma en Salamanca concluye con una oración ecuménica en

La Iglesia de La Clerecía de Salamanca fue el lugar escogido para celebrar por primera vez en España una celebración común basada en la guía litúrgica católico-luterana ”Common Prayer” (Oración común), publicada recientemente, un modelo que ya fue utilizado por el Papa Francisco durante su viaje a Suecia.

Presidida por el secretario del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos, Brian Farrell, y por el secretario general de la Federación Luterana Mundial, Martin Junge, esta oración conjunta fue el acto de clausura del Congreso de Teología Ecuménica “Del Conflicto a la Comunión” celebrado en la Universidad Pontificia de Salamanca, con motivo de la conmemoración de los 500 años de la Reforma.

En la ceremonia también estuvieron presente el cardenal y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Ricardo Blázquez, y el pastor de la Iglesia Evangélica Española, Pedro Zamora, según explica el gabinete de prensa de la Universidad Pontificia de Salamanca.

Esta celebración litúrgica, dentro de su estructura, cuenta con un tiempo de acción de gracias, de perdón, así como de testimonio y compromiso común, tal y como recoge el documento “Del Conflicto a la Comunión”, elaborado por la Comisión Luterano-Católico Romana sobre la Unidad.

Realidades locales

Dentro del programa del congreso, Martin Junge, destacó la necesidad de que los avances que se están dando en materia de ecumenismo “tienen poco sentido si no tienen raíces y arraigo en la realidades locales”. Para el secretario general de la Federación Luterana Mundial, “nuestros compromisos deben ser siempre decididos pero al mismo tiempo muy sobrios”.

Junge dejó claro que “es más lo que nos une que lo que nos divide. Es un año cargado de significado, son 1.500 años de historia común, la historia de las iglesias luteranas no comienza en 1.517 sino en los tiempos de los primeros apóstoles”. Por ello, se enorgulleció de que “los 500 años de la Reforma ha sido el punto de inflexión que comienza a dar paso a otro discurso, que permiten adoptar nuestra historia común desde una perspectiva de unidad”.

Por su parte,  Brian Farrell, cerró el congreso reivindicando que “el Concilio Vaticano II necesita una aplicación más real. Sobre la base de esta renovada eclesiología, no hemos percibido una reforma profunda del modo de vivir, de gobernarse y de estar de la Iglesia”. Y aludiendo a las palabras del Papa Francisco sobre la reforma de la Iglesia “si no nos reformamos, no tendremos un camino común hacia la unidad de los cristianos, indicó. “El ecumenismo depende de la reforma de los cristianos”, afirmó.

 

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