La catedral de Valencia repleta, con un mar de hábitos vaqueros y pañuelos celestes en la nave central. Los de las más de 200 religiosas del Instituto Iesu Communio. A la cinco de la tarde arrancaba la eucaristía de acción de gracias, presidida por el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, en la jornada en la que se materializaba la primera fundación fuera de Burgos de la congregación.
“Muchos sabéis que desde hace años soñábamos con venir algún día a esta diócesis querida, pero la hora de Dios solo la marca Dios”, apuntó la fundadora de la congregación, madre Verónica Berzosa, al concluir la celebración: “Todo ha consistido en no hacer planes propios sino en desear los suyos: seguir al Maestro”.
“Nos habéis abierto las puertas y el corazón entero”. Así, entre lágrimas, agradecía la acogida de la archidiócesis de Valencia y, especialmente, el empeño del cardenal Antonio Cañizares. “Ha sido capaz de mover montañas y también casas”, le agradeció la religiosa, que por la emoción tuvo que interrumpir en varios momentos su intervención en la que relató cómo han dado este salto.
“Desde el año 2000 pensábamos en una posible fundación”, confesó madre Verónica al finalizar la eucaristía. “Ha sido una búsqueda larga y esperanzada, pero también sufriente”, añadió, “porque no veíamos que se pudiera hacer realidad. Incluso llegamos a pensar que el Señor, de momento, no quería este paso”.
Fue el pasado 9 de diciembre cuando el arzobispo de Valencia le llamó para comunicarle la marcha de las salesas de Godella, por lo que el convento quedaba en venta o en un posible alquiler. “Padre, no podemos comprar, no tenemos medios. Y, alquilar, con bastante dificultad”, expresó la fundadora.
Pasaron dos meses de aquella llamada. “Pensé: el cardenal se habrá olvidado de ese tema”, confesó, pero 28 de febrero de nuevo le llamó Cañizares: “Ya está madre, el monasterio de las salesas es del arzobispado y si queréis, os lo podemos ceder”.
El pasado 8 de mayo, tras participar en la eucaristía en la basílica de Nuestra Señora de los Desamparados, madre Verónica reconoce que su corazón “estaba todavía tembloroso ante la decisión que debíamos tomar”. Sin embargo, la fundadora relató que fue al subir a la capilla de los confesionarios, ante una imagen del Crucificado, cuando todo se despejó: “Enmudecí, entré con dudas a la basílica y salí con el sí confiado, el “hágase” de la madre en el corazón”.
Madre Verónica imploró “la audacia” que nos pide el Papa Francisco para hacer realidad su carisma en Valencia: “Nuestra comunión quiere ser casa encendida para todos los que tenéis sed”. Tras su alocución, madre Verónica entregó al cardenal, en nombre de todas las religiosas, un ramo de doce rosas rojas a la Virgen de los Desamparados, patrona de Valencia.
“Queridas hijas: No os preocupéis. En estos momentos hay dureza y pocos frutos aparentemente, o disminuyen las vocaciones… Confiad en Dios. Éxito no es nombre de Dios y ni de su Hijo crucificado. Es la hora de la confianza sin límites, la hora de la cruz”. Con estas palabras el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, daba la bienvenida a las más de 200 religiosas que se desplazaron ayer hasta la ciudad mediterránea.
El cardenal Cañizares presidió una eucaristía que concelebraron el cardenal arzobispo emérito de Madrid, Antonio María Rouco Varela, así como el arzobispo emérito de Burgos, Francisco Gil Hellín, que ha acompañado y supervisado todo el proceso de creación de la congregación.
El arzobispo de Valencia aplaudió la labor evangelizadora de las religiosas de Iesu Communio -“su acogida supera con creces lo que nosotros podemos imaginar”-y las invitó a que “a su sombra deben prosperar movimientos que introduzcan a la sociedad en la contemplación. A eso os ha traído Dios a Valencia”, además de recordar que “Iesu Communio, en una parte significativa, procede de Valencia, particularmente de las Comunidades Neocatecumenales”.
En relación al carisma de este instituto fundado por madre Verónica Berzosa, el cardenal apuntó que “cuando se vive la comunión con Jesús y con toda la Iglesia se extiende a todo el mundo”. “No tienen nada estas monjas, carecen de casi todo. Viven en pobreza, casi extrema, a veces, Sin embargo, lo tienen todo”, explicó el arzobispo valenciano.
Esta fundación tiene lugar en la víspera de la jornada Pro Orantibus, en la solemnidad de la Santísima Trinidad, donde la Iglesia pone su mirada en las formas de vida contemplativa. De ahí que el cardenal Cañizares reivindicara la figura de las monjas contemplativas. “Prestan a la Iglesia uno de los mayores y mejores servicios a los hombres de hoy”, apuntó, en tanto que “en estos monasterios podemos escuchar la soledad sonora que afirma y proclama que Dios es Dios”.
“Me atrevo a pedir a todos, especialmente a los jóvenes, que os acerquéis sin miedo y sin prejuicios a los monasterios de vida contemplativa”, añadió Cañizares, que afirmó que “ojalá que propiciemos las vocaciones a la vida contemplativa. Las necesitamos”.
El arzobispo de Burgos, Fidel Herráez, excusó su ausencia a través de una carta en la que presentó a Iesu Communio “un muy especial don para la vida de la Iglesia” y se comprometió a acompañarlas cuando comience “su vida concreta” en Valencia.
La eucaristía fue el broche a una jornada de encuentro que arrancó temprano cuando las religiosas tomaban de madrugada cuatro autobuses desde La Aguilera (Burgos) para dirigirse a la que será el hogar para medio centenar de ellas. Se trata del antiguo convendo de las salesas en Godella, cuya comunidad se trasladó a Madrid el pasado mes de marzo.
El convento vivió una jornada de puertas abiertas donde las Iesu Communio compartieron la mañana con familiares, amigos y fieles valencianos. Se trata de una primera toma de contacto con el monasterio, en tanto que en los próximos meses se acometerán diferentes obras para adaptar tanto las celdas como los locutorios al ser y hacer de esta congregación.