América

Dar el primer paso en favor del migrante

Acciones de la Diócesis de Cúcuta en atención a la situación de los venezolanos en su jurisdicción





En el pasado, la crisis humanitaria producida por la deportación masiva de colombianos provenientes de Venezuela y el cierre de la frontera entre Colombia y el país vecino supuso para la Diócesis de Cúcuta volcar su solidaridad en función de dar una respuesta concreta al desafío.

Con el paso del tiempo, se ha ido acentuando la presencia de venezolanos en la región, quienes, cada vez en mayor número, dejan su tierra para buscar alternativas de vida en Colombia. Barrios enteros han surgido en la capital de Norte de Santander, debido a la ola migratoria en aumento. Sus nuevos pobladores viven en condiciones precarias, que se agudizan por problemas sociales de la ciudad, como el desempleo, la drogadicción, la presencia de grupos armados y los altos niveles de violencia.

El departamento, en sí mismo, es uno de los lugares en que se juega la construcción de paz y la posibilidad de estrategias para atender a quienes han sufrido por cuenta del conflicto armado y a los que han experimentado las consecuencias de la situación venezolana.

En conversación con Vida Nueva, monseñor Víctor Manuel Ochoa, obispo católico de la jurisdicción, se refirió a las acciones que la Iglesia local adelanta para hacer frente a este nuevo desafío de los tiempos. Según afirma, para la Iglesia se trata, ante todo, de una realidad pastoral.

Muchos migrantes se vinculan a la vida parroquial y la interpelan con sus vidas. Por ejemplo, en la parroquia de San Antonio, a través de procesos de promoción humana, se busca evitar que las mujeres negocien con su cuerpo como forma de subsistencia. El fenómeno de la prostitución se ha incrementado, al igual que formas de explotación laboral ejercidas por quienes se aprovechan de la situación de informalidad que viven muchos venezolanos.

En otra parte de la ciudad, la diócesis tiene un centro de atención para el migrante, regentado por los misioneros scalabrinianos, en el cual la gente puede encontrar, además, ayuda para conocer rutas de acceso a formas de protección social.

El ideal de una Iglesia en salida forma parte de los elementos de tradición que el obispo fomenta. Como afirma: “una parte muy importante del trabajo es el contacto y la relación con las personas, con las parroquias, con las comunidades y con los problemas sociales que hay”. El plan de evangelización de la diócesis busca involucrar a los laicos en los programas de evangelización y entiende que la tarea de la Iglesia incluye aportar a la transformación de las condiciones de vida de los más vulnerables.

La acción de la jurisdicción abarca algunos municipios del Catatumbo. Por medio de un proyecto que pretende empoderar a la población civil desde criterios de la doctrina social de la Iglesia, para hacerla artífice de paz, la diócesis llega a zonas rules articulando evangelio, formación y promoción de proyectos productivos. Casi 50 hectáreas de cultivos de coca han sido sustituidas por sembradíos de cacao gracias a esta iniciativa, que cuenta con apoyo de la cooperación internacional alemana. El proyecto lleva por nombre Participar y como otras acciones eclesiales, en palabras de monseñor Ochoa, tiene como reto dignificar a la persona humana.

La suma de estas iniciativas forma parte del conjunto de reacciones solidarias ante la situación del migrante venezolano y revela la posibilidad de una Iglesia sin fronteras, capaz de dar el primer paso.

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