Vaticano

Francisco reivindica la eucaristía como antídoto frente al “olvido” de nuestra sociedad

  • El Papa preside por primera vez la celebración del Corpus en domingo
  • “Viviendo al instante se corre el peligro de permanecer en lo superficial”, ha denunciado el Pontífice





Aunque el calendario litúrgico del Vaticano ha mantenido el jueves como día de la celebración de la solemnidad del “Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo”, el Corpus; el papa Francisco, por primera vez, ha presidido la celebración en domingo, siguiendo así el calendario celebrativo italiano. Este cambio de fecha, que algunos han cuestionado, ha sido muy bien recibido por las autoridades y muchos de los vecinos de Roma que, en un día laborable, se encontraban con el centro de la ciudad bloqueado. Para el Vaticano, el cambio facilita la “mayor participación de los fieles y sacerdotes de Roma”, según el portavoz Greg Burke.

A pesar del cambio de día, el programa se ha mantenido. El Papa ha celebrado la eucaristía, a partir de las 19:00 h., en la plaza frente a la basílica de San Juan de Letrán, la catedral de la diócesis romana, en la que se ha levantado una brisa que ha dado tregua a la ola de calor que se vive en las últimas semanas en Roma.

Tras la celebración, la tradicional procesión del Corpus ha completado el trayecto que separa el lugar de la misa con la basílica de Santa María la Mayor, a través de la Via Merulana. La procesión ha incluido una amplia selección de himnos clásicos relacionados con el misterio eucarístico, algunos fragmentos bíblicos y varias oraciones de figuras como el beato Charles de Foucauld, santa Teresita del Niño Jesús o el beato John Henry Newman. Al llegar al templo mariano, el Papa ha impartido la bendición con el Santísimo Sacramento.

Eucaristía, “sacramento de la memoria”

En su homilía, el Papa ha presentado la eucaristía como “el sacramento de la memoria que nos recuerda, de manera real y tangible, la historia del amor de Dios por nosotros”. Recordar, ha insistido el Papa, “es esencial para la fe, como el agua para una planta: así como una planta no puede permanecer con vida y dar fruto sin ella, tampoco la fe si no se sacia de la memoria de lo que el Señor ha hecho por nosotros”.

El recuerdo es “llevar en el corazón, no olvidar quien nos ama y que estamos llamados a amar”, y el Pontífice ha advertido que “esta facultad única, que el Señor nos ha dado, está hoy más bien debilitada”. “Se pasa página rápidamente, hambrientos de novedad, pero pobres de recuerdos”, se ha quejado el Papa que ha advertido que “eliminando los recuerdos y viviendo al instante, se corre el peligro de permanecer en lo superficial, en la moda del momento, sin ir al fondo, sin esa dimensión que nos recuerda quiénes somos y de dónde venimos”.

Ante este peligro, “el Señor sale a nuestro encuentro con una fragilidad amorosa que es la Eucaristía”, ha subrayado Francisco, para quien “el Señor nos visita haciéndose alimento humilde que sana con amor nuestra memoria, enferma de frenesí”. Y es que la eucaristía “no es una memoria abstracta, fría o conceptual, sino la memoria viva y consoladora del amor de Dios”, afirmó Bergoglio quien se ha acordado de los niños que han recibido recientemente la Primera Comunión, sumándose a la procesión del Corpus.

La unidad, ADN de la eucaristía

También ha señalado el Papa que“el amor de Jesús, su perdón, sana las heridas del pasado y nos mitiga el recuerdo de las injusticias sufridas e infligidas”, porque es “una memoria paciente, porque en medio de la adversidad sabemos que el Espíritu de Jesús permanece en nosotros”. “La Eucaristía nos anima; incluso en el camino más accidentado no estamos solos, el Señor no se olvida de nosotros y cada vez que vamos a él nos conforta con amor”, ha señalado.

Así, la celebración de la misa “nos recuerda además que no somos individuos, sino un cuerpo”. “La Eucaristía no es un sacramento ‘para mí’, es el sacramento de muchos que forman un solo cuerpo”, ha recordado Francisco.

Finalmente, el Papa se ha referido a la eucaristía como “sacramento de la unidad”. El cristiano, al participar en ella, se convierte “en artífice de unidad, porque nace en él, en su ‘ADN espiritual’, la construcción de la unidad”. “Que este Pan de unidad nos sane de la ambición de estar por encima de los demás, de la voracidad de acaparar para sí mismo, de fomentar discordias y diseminar críticas; que suscite la alegría de amarnos sin rivalidad, envidias y chismorreos calumniadores”, ha implorado.

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