“Llamados a ser comunidad”. Ese es el lema con el que la Iglesia en España celebra hoy, 18 de junio, festividad del Corpus Christi, el Día de la Caridad, una jornada con motivo de la cual los obispos han hecho púbico un mensaje en el que invitan a “redescubrir nuestro ser comunitario”. Para ello, para “ser ámbito de comunión y constructores de comunidad”, los prelados apuestan por “cultivar una verdadera espiritualidad de comunión al estilo de aquellos primeros cristianos que vivían unidos y lo tenían todo en común”.
Para esa “verdadera espiritualidad de comunión con los que sufren”, el mensaje de los obispos de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, que preside Atilano Rodríguez, titular de Sigüenza-Guadalajara, comienza por descubrir la identidad y dignidad persona, esa que “no no se sustenta en factores económicos, en razones étnicas, en cuotas de poder ni en fluctuantes acuerdos humanos”. Para los prelados, su fundamento “radica en el misterio de la Trinidad que nos habita y nos constituye como imagen suya. Somos seres nacidos de la comunión y hechos para la comunión”.
Esa espiritualidad de comunión es la que, a la vez, hace al cristiano sentirse solidario con la realidad global circundante, con el “cuidado de la casa común” en línea con Laudato si’, y que, en consecuencia,“nos empuja a tener un corazón abierto y universal para acoger a todos –especialmente a los excluidos, los descartados, los migrantes, los refugiados– y para integrarlos en nuestra comunidad haciéndolos partícipes de ella con todos sus derechos y con todas sus potencialidades”.
“Un espíritu transformador”
Es también una espiritualidad de comunión que lleva a vivir el servicio de la caridad, según señala el mensaje, al servicio de desarrollo humano integral, porque “no estamos en el mundo solo para dar pan o para promover un simple desarrollo económico”. “Además de pan, necesitamos ‘Palabra’, relación, comunicación, comunión y sentido. Necesitamos a Dios y nos necesitamos unos a otros”, apunta los pastores.
Junto a todo ello, es también necesario un espíritu transformador. De ahí que la comunión del cristiano con los últimos, apunta el texto, “nos mueve a reaccionar ante las injusticias sabiendo que no es suficiente atender a las víctimas. Es necesario incidir en el cambio de las reglas de juego del sistema económico-social”
En este sentido, el mensaje episcopal subraya la importancia de “dejarnos afectar por los pobres y, desde ellos, transformar también nuestros criterios y actitudes, nuestro modo de pensar y de vivir. Esta transformación habría de llevar también a hacer oídos sordos a la actual sociedad “centrada en el dios dinero” para “seguir abriendo caminos a otra economía al servicio de la persona que promueva, al mismo tiempo, la inclusión social de los pobres y la consolidación de un trabajo decente como expresión de la dignidad esencial de todo hombre o mujer”.
Finalmente, los prelados apuestan por “una comunión y espiritualidad de ojos abiertos”, conscientes de que hoy en día “no toda espiritualidad sirve para el compromiso caritativo y social”. “Nuestra mística –añaden– ha de ser una mística de ojos abiertos a Dios y a los hermanos, no una mística sin nombre y sin rostro, como algunas de moda. Una mística buscadora de rostros, al estilo de Jesús, que se adelanta a ver el rostro de los oprimidos, sale al encuentro de los que sufren y es buena noticia para los pobres”.