Mañana es de aquellos días en que los refugiados salen del olvido durante unas horas para que su silencio sea algo más sonoro. Aunque sea por unas horas. En 2001, con motivo del 50 aniversario de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951, la Asamblea General de Naciones Unidas designó el 20 de junio como el Día Mundial del Refugiado para recordar a millones de personas desarraigadas en todo el mundo.
Una veintena de entidades cristianas del todo el planeta se han sumado para lanzar un comunicado conjunto en el que reclaman a los creyentes un mayor compromiso con los refugiados.
“Si nosotros, los miembros de la familia cristiana, seguimos mirando a los refugiados como una carga, nos privamos de la oportunidad de expresar la solidaridad con ellos; oportunidades que son siempre el aprendizaje, enriquecimiento y crecimiento mutuo”, expresa el documento que firman, entre otros, la Unión Internacional de Superiores Generales, la Alianza Anglicana, la Federación Luterana Mundial, Cáritas, Sant’Egidio o Entreculturas.
Se trata de un texto valiente en el que se denuncia que “cada vez más vemos que en el mundo se levantan muros a las personas desplazadas: no sólo paredes físicas, sino también los muros del miedo, el prejuicio, la ideología del odio”. Frente a esto, reclaman que “todos como una sola familia humana, hemos de construir puentes de solidaridad en lugar de muros que dividen”.
El secretario de Estado de la Santa Sede aborda en un artículo publicado hoy en L’Osservatore Romano la encíclica Populorum Progressio, de la que se cumplen 40 años. A través de un repaso del legado del documento firmado por Pablo VI, Pietro Parolin reconoce el papel “relevante y profético” de Montini, a la hora de plantear “una profunda reflexión sobre el sentido y las características de un desarrollo realmente humano”, adelantándose al actual contexto global.
De esta manera, Parolin presenta la encíclica de Montini como “una culminación” del viaje iniciado por sus predecesores a la hora de configurar la Doctrina Social de la Iglesia. Así, aplaude el repaso que hace Pablo VI sobre los obstáculos que impiden un “desarrollo genuino” como la falta de medios materiales y morales, las estructuras de opresión, la explotación de los trabajadores… Denuncias que tienen su eco hoy en el Papa Francisco.
Se trata de un runrún que se viene escuchando cada vez que se da a conocer el nombramiento de un nuevo obispo español por parte de la Santa Sede: “Son mayores”. Lo cierto es que no son pocos los prelados que han sido designados en la era Francisco que superan en edad a los elegidos en años anteriores y veían necesario rebajar la media de edad de los pastores.
Sin embargo, la designación de los auxiliares de Barcelona, que acompañaran al nuevo cardenal Omella parecen contar con largo recorrido. Así, Sergi Gordo tiene 50 años, mientras que Antonio Vadell –o Toni, como le conocen en Mallorca- ha cumplido hace apenas un mes los 45 años, convirtiéndose así en el prelado más joven de nuestro país, por delante del obispo de Solsona, Xavier Novell, que suma 48 años.