El papa Francisco ha realizado, en la mañana de este martes 20 de junio, una peregrinación a dos pequeñas poblaciones italianas para homenajear a los sacerdotes Primo Mazzolari y Lorenzo Milani.
Una visita privada, no oficial, en la que el Papa ha rezado ante las tumbas de los presbíteros y se ha encontrado con quienes los han conocido. Una peregrinación, ha dicho, “sobre las huellas de dos párrocos que han dejado una senda luminosa, por ‘incómoda’, en su servicio al Señor y al pueblos de Dios”.
Y es que, ha resaltado Francisco, “los párrocos son la fuerza de la Iglesia en Italia; cuando son el rostro de un clero no clerical, están dando vida a un verdadero y auténtico ‘magisterio de los párrocos’, que hace tanto bien a todos”.
La primera parada del viaje ha sido Bozzolo, en la diócesis de Cremona, adonde el Papa ha llegado en helicóptero a las 9:00 h.
Primo Mazzolari (1890-1959) destacó por sus publicaciones en oposición al fascismo, los excesos del comunismo y el apoyo a las resistencia. Fue uno de los fundadores de la Democracia Cristiana italiana y el creador del periódico ‘Adesso’ (‘Ahora’), la acción periodística le valió para ser conocido como el “párroco de Italia”. A esta localidad de Mantua llegó en 1921, y volverá en 1932 ya como párroco hasta el final de sus días.
El papa Francisco ha rezado ante la tumba del sacerdote, declarado Siervo de Dios. Ante la comunidad parroquial, le ha rendido un homenaje recordando cómo el “catolicismo social” se fue desarrollando en la región y ha reivindicado la fuerza de “la gracia de Dios que recorre incesantemente hacia el mundo” y que se expresa en la palabra, “predicada y escrita”, del párroco de Bozzolo.
Para Bergoglio, Mazzolari fue un sacerdote que “ha buscado cambiar la Iglesia y el mundo a través de un amor apasionado y una dedicación incondicional”. Primo Mazzolari fue “un párroco convencido de los destinos del mundo se maduran en la periferia, y ha hecho de su humanidad un instrumento de la misericordia de Dios”; tanto es así que se le ha llamado el “párroco de los alejados, porque los ha amado y buscado siempre, se ha preocupado no de definir sobre la mesa un método de apostolado válido para todos y para siempre, sino de proponer el discernimiento como camino para interpretar el ánimo de cada persona”. Y es que, ha dicho Francisco, “el sacerdote no es uno que exige la perfección, sino que ayuda a cada uno a dar lo mejor de sí”.
A partir de su ejemplo, el Papa ha pedido decisión a los presbíteros para ser “Iglesia pobre para y con los pobres, la Iglesia de Jesús”, que Mazzolari definía como “existencia incómoda”.
La segunda etapa de la peregrinación de Francisco ha sido la aldea de Barbiana, en Florencia, a la que ha llegado en helicóptero a las 11:10 h. La pequeña población que ha hecho universal la propuesta educativa y pastoral de Lorenzo Milani (1923-1967), quien llegó al seminario con 20 años, tras un profundo camino de conversión. Destinado a esta aislada aldea en 1954, el nuevo párroco procuró que el pueblo tuviera carretera, agua, luz y, sobre todo, una escuela para los más pobres.
El Papa de nuevo oró ante la sencilla tumba del sacerdote, en el cementerio local. Posteriormente, en un prado, al lado de la parroquia, se ha encontrado con algunos de aquellos alumnos de Milani.
Francisco le ha definido como un sacerdote que luchó para que “sea defendida y promovida la dignidad personal, con la misma entrega que Jesús ha hecho de sí mismo, hasta la cruz”. A los alumnos del párroco, les ha dicho que son “testimonio de su pasión educativa, de su empeño por despertar en las personas lo humano que se abre a lo divino”.
La escuela, ha recordado el Papa, no “era una cosa diferentes respecto a su misión de sacerdote, sino la forma concreta en la que se desarrolla aquella misión”. Una tarea que ha definico como “devolver la palabra a los pobres, porque sin la palabra non hay dignidad y, por lo tanto, ni dignidad ni justicia”.
A los jóvenes de las casas-escuela, Francisco les ha deseado “un futuro que se abra a horizontes más positivos”, y a sus educadores les ha recordado que su tarea es “una misión de amor, porque no se puede enseñar sin amar”.
Esta labor educativa del párroco de Barbiana, ha resaltado el Papa, no oscurece la “dimensión sacerdotal”, como “raíz de todo” de Milani, a pesar de las tensiones que sufrió en su búsqueda de la verdad y su confrontación con la Iglesia. Por ello, Francisco ha pedido “comprender las circunstancias y la humanidad que está en juego”, para “reconocer en aquella vida un modo ejemplar de servir al evangelio, a los pobres y a la Iglesia misma”.