Donald Trump ha roto las relaciones bilaterales con Cuba. El pasado 16 de junio, de visita en Miami, tumbó el histórico acuerdo suscrito entre la isla y su antecesor, Barack Obama, que acababa con años de tensiones. Un deshielo del que fue actor principal el papa Francisco, con su llamada al encuentro y su promoción del diálogo. Una noticia que ha “entristecido” a los obispos norteamericananos, como señaló en un comunicado el prelado Oscar Cantú, presidente de la Comisión de Justicia y Paz del Episcopado.
El obispo de Las Cruces ha lamentado el cambio de política anunciado por el presidente de Estados Unidos, puesto que “durante décadas” han buscado el acercamiento. Así, pide al gobierno que considere en sus regulaciones “las ramificaciones para muchos cubanos de a pie que han aprovechado las nuevas oportunidades para mantener a sus familias”, según pública en su perfil de Facebook la USCCB y recoge ACI Prensa.
No obstante, Cantú afirmó que “el presidente está en lo correcto” en su alusión a que “el gobierno cubano debe ser instado a respetar las libertades religiosas y a extender mayores derechos sociales, políticos y económicos a todos los cubanos”. Pero también recordó que “el papa Francisco ayudó a nuestras naciones a unirse en el diálogo y es importante continuar promoviendo el diálogo y el encuentro”.
Hace ya nueve meses que cuatro cardenales disconformes con ‘Amoris laetitia’ presentaron sus dudas al Papa. Francisco no ha respondido a estas dudas y los purpurados han decidido enviar una carta para pedir audiencia. Solo dos meses después de enviarla, ahora la hacen pública. Y es que “nuestra conciencia nos impulsa…”, según dicen los autores.
Carlo Caffarra firma la carta en nombre de su persona, de Walter Brandmüller, Raymond L. Burke y Joachim Meisner. Sin embargo, se han erigido representantes de todo el “pueblo de Dios”, al que le dan voz, puesto que hay “situaciones de confusión y desconcierto en gran parte de la Iglesia”, según la carta a la que ha accedido el vaticanista Sandro Magister.
Por suerte para Francisco, la carta comienza expresándole su “amor incondicional” y que le reconocen como “Sucesor de Pedro y Vicario de Jesús”. Y le recuerdan que no les pertenece “la postura de quienes consideran que la Sede de Pedro está vacante”. Para luego indicar que “no habiendo recibido respuesta alguna por parte de Su Santidad, hemos decidido solicitarle, con respeto y humildad, audiencia juntos”. Tampoco se quieren olvidar de pedirle a Bergoglio que “se acuerde de nosotros en sus oraciones, como nosotros le aseguramos que haremos en las nuestras”.
Los cardenales admiten su dolor por la aparición de “numerosas declaraciones individuales de obispos, cardenales e incluso conferencias episcopales que aprueban lo que el Magisterio de la Iglesia no ha aprobado nunca”. “No solo el acceso a la Santa Eucaristía de quienes objetiva y públicamente viven en una situación de pecado grave y quieren permanecer en ella –continúan–, sino también una concepción de la conciencia moral contraria a la Tradición de la Iglesia. Y, así, lo que sucede es que lo que es pecado en Polonia es un bien en Alemania”.
Italia debate la aprobación de una ley que permite dar la ciudadanía italiana a los niños de padres inmigrantes que han nacido en Italia o los que llevan más de cinco años estudiando en el país. Ante este debate, la Iglesia italiana también participa tomando partido por los más vulnerables: “Tienen derecho a sentirse ciudadanos italianos”, afirma Guido Di Tora, obispo auxiliar de Roma.
El presidente de la Comisión Episcopal para las Migraciones, en una entrevista con SIR, mantiene que esta medida ya se ha tomado en otros países de Europa. Y es que obedece a la normalidad, puesto que un millón de niños y jóvenes, hijos de personas que ya residen legalmente en el país, se encuentran en esta situación.
El prelado lamenta que este debate se haya politizado entre la izquierda y la derecha, y que ninguno ponga primero en el centro a los menores. Y pone en valor la riqueza cultural de los inmigrantes.