En el 2014 se dio por terminada la mayor crisis económica que sufrido España en las últimas décadas. Pero los datos que avalan esa recuperación siguen siendo imperceptibles para el 70% de las familias españolas, que, por el contrario, sí perciben “la instalación de la precariedad como forma habitual mayoritaria para un sector relevante de la población”, según pone de manifiesto el informe Análisis y perspectivas 2017. Desprotección Social y Estrategias Familiares, de la Fundación FOESSA, hecho público hoy, 22 de junio, en la sede central de Cáritas Española en Madrid.
Tres años después del inicio de este nuevo ciclo económico, “la evolución en las condiciones de vida no está siendo lo positiva que cabría esperar”, señala este prestigioso informe, que subraya que “los hogares que menos están percibiendo los efectos del nuevo ciclo económico, son precisamente aquellos que más sufrieron los efectos de la crisis”.
Los datos presentados proceden de una encuesta realizada por la Fundación FOESSA en el primer trimestre de este año a más de 1.300 hogares repartidos por las 17 comunidades autónomas para conocer en profundidad los cambios que la gran recesión de los años 2007-2013 ha generado en los hogares españoles y en qué situación se encuentran para afrontar el período de recuperación actual.
El 60% viven sin tener nada ahorrado
A través de 17 indicadores se ha medido la denominada “red de seguridad” de los hogares, es decir, su capacidad para afrontar situaciones adversas futuras, y se ha observado la evolución de estas condiciones desde el momento precrisis hasta nuestros días. Los resultados de la encuesta constatan que la mitad de las familias (50.1%) tienen hoy en día una “red de seguridad” que es peor que en la situación precrisis, mientras que para el 42,3% se mantendría igual y habría mejorado para el 7,6%.
Los aspectos que han empeorado en más de la mitad de los hogares son las capacidades de ahorrar (el 60% de los hogares viven sin tener nada ahorrado o con un nivel de ahorro tan pequeño que no le permitiría resistir sin tener ingresos más de uno o dos meses), de resistir una nueva crisis económica, de hacer frente a una reforma necesaria de su vivienda o de llegar a fin de mes, según informa Cáritas Española en nota de prensa.
En cuatro de cada diez hogares han empeorado también su capacidad para hacer frente a necesidades de salud no cubiertas por la Seguridad Social, para pagar refuerzos educativos a los hijos, para afrontar el pago de recibos energéticos y para garantizar una estabilidad en el empleo de los miembros del hogar y unos ingresos estables. Y de que la situación sigue siendo muy delicada nos habla el hecho de que en ninguno de los 17 indicadores se supera el 10% de hogares que hayan experimentado una evolución positiva respecto del período precrisis.
La encuesta también constata, por otra parte, “una brecha” entre la fecundidad deseada y la alcanzada por los español, por lo que se considera que “las políticas públicas deberían abordar de manera eficaz el problema del desempleo, la precariedad laboral y la dificultad de compaginar trabajo y familia”.¿Acostumbrarse a la precariedad?
La encuesta también constata, por otra parte, “una brecha” entre la fecundidad deseada y la alcanzada por los españoles, por lo que se considera que “las políticas públicas deberían abordar de manera eficaz el problema del desempleo, la precariedad laboral y la dificultad de compaginar trabajo y familia”.
Instalados en la precariedad
Durante la presentación del informe se han puesto sobre la mesa dos cuestiones estructurales que también detecta la encuesta. La primera de ellas tiene que ver, en palabras del director técnico de FOESSA, Francisco Lorenzo, “con el riesgo que tenemos como sociedad de acostumbrarnos a la precariedad, y así lo reflejan nuestras previsiones, pues cuando se nos pregunta por nuestras expectativas dentro de cinco años, el 47,1% cree que estará igual; y tan solo el 19,9% cree que mejorara la situación económica de su hogar. Un 26,4% de la población entrevistada cree que empeorará”.
La segunda cuestión hace referencia a la desconfianza en la participación social y política como estrategia de mejorar la realidad. “Son los sectores más vulnerables de la sociedad los que, precisamente, perciben que la participación política y social no es una vía útil para mejorar sus condiciones de vida: para el 75,6% votar no sirve, para el 56,9% no sirve asociarse y para 61,2% no sirve la movilización”, señaló Lorenzo durante la presentación.
Por su parte, el secretario general de Cáritas, Sebastián Mora, señaló que “este informe quiere ser un ejercicio de memoria frente al olvido e invisibilidad, una acción de crítica social frente a la realidad que nos muestra el informe, y un llamamiento a la colaboración en la lucha contra la pobreza, porque no podemos resignarnos a aceptar lo intolerable”.
En opinión de Mora, “se está produciendo un ’empobrecimiento de la pobreza’. Dijimos estos años atrás [en otros informes] que la pobreza se había hecho más extensa, intensa y crónica. Hemos conseguido estabilizar en cierta medida la extensión. Pero sin embargo, vemos como la intensidad y la cronicidad no se debilita. Pero nosotros estamos convencidos de que se puede cambiar la realidad, que podemos transformarla. No podemos resignarnos a la pobreza como algo natural”.
¿Podemos acostumbrarnos a estas cifras?
“Dos de cada tres personas que se encontraban en la pobreza y exclusión social durante la crisis ya lo estaban antes de que comenzara, y que, en mayor o menor medida, eran invisibles para la sociedad. La tasa de riesgo de pobreza y exclusión social se encuentra hoy todavía en niveles superiores a los del año 2013, al igual que los principales indicadores de desigualdad. La tasa de riesgo de pobreza relativa está en su nivel más alto desde el 2008. ¿Podemos seguir permitiéndonos estas cifras?”.
La pregunta, retórica, la lanza en la presentación del informe Manuel Bretón, presidente de Cáritas Española, quien cuestiona el discurso dominante –“no solo eres víctima, sino responsable”– y que anima, a través de los datos ofrecidos por la Fundación FOESSA a “reflexionar conjuntamente con los actores sociales y grupos políticos en nuevos modelos, nuevas iniciativas que llamen la atención sobre los componentes estructurales del desarrollo social”.