Cáritas presenta su Informe FOESSA sobre ‘Desprotección social y estrategias familiares’, entrega del Premio Juan Pablo II de Comunicación, de la Fundación Crónica Blanca, y vigilia por los refugiados en Roma
Pensador, teólogo, político, escritor, poeta, traductor, profesor de leyes, abogado, juez. Humanista. El santo del día es el inglés Tomás Moro (1478-1535). Fue lord canciller de Enrique VIII, su mano derecha y asesor principal en asuntos de estado. Pero no podía aprobar el divorcio del rey ni los planes de este para separarse de la Iglesia católica, y eso le llevó a la cárcel primero, a perder todos sus privilegios después, y finalmente a morir decapitado.
A la Torre de Londres fueron a verle su hija y su mujer, suplicándole que cediera a cambio de seguir vivivendo: “Yo no reniego de mi fe; yo no dejo la Iglesia Católica. Muero como buen servidor del rey, pero primero de Dios”. [En el libro ‘Compañeros de Jesús. Un santo para cada día’ (Fernando Cordero, PPC)]
El 22 de junio de 1986, en el Mundial de Fútbol de México, Argentina a Inglaterra se enfrentaban en algo que era mucho más que un partido, con el eco de la Guerra de las Malvinas aún latente en ambos países. Diego Armando Maradona metió el considerado como el mejor gol de la historia, en el que dribló a media selección inglesa antes de introducir el balón con un ligero escorzo en la portería contraria. Sin embargo, la imagen que abrió al día siguiente todas las portadas fue en la que metía el primer gol, con la mano.
Paradójicamente, una trampa inmortalizó, en cuanto a fotografía, ese momento culmen, quedando el segundo gol para el goce en el vídeo y en la radio. Eso sí, todos coincidieron en bautizar lo hecho por Maradona: fue ‘la mano de Dios’.