La preocupación de la Santa Sede por la situación de Venezuela ha sido el tema de la declaración del arzobispo Bernardito Auza, nuncio apostólico y observador permanente ante las Naciones Unidas, en el contexto de la 47ª Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) que concluyó el 21 de junio en Cancún (México), “con la esperanza de que esta reunión pueda ayudar a solucionar la grave crisis que vive el país”.
La declaración, dada a conocer a través de la web de The Holy See Mission, recuerda el interés que han tenido el Vaticano y la Conferencia Episcopal de Venezuela (CEV), desde el inicio de la crisis, abogando por el bien común, la solución pacífica y la acción social a favor del pueblo venezolano, sentando también una posición clara ante los líderes políticos, “reclamando el cese de la violencia e instando al respeto de la verdad y de la justicia”.
En este sentido, al evocar las solicitudes hechas por el secretario de Estado de la Santa Sede –el 1 de diciembre de 2016–, en nombre del papa Francisco, para que se acordara un calendario electoral que permitiese a los venezolanos decidir sobre su futuro, se restituyera cuanto antes a la Asamblea Nacional su rol constitucional, y se acelerara el proceso de liberación de los detenidos, el nuncio recuerda la urgencia de que se tomen medidas para “aliviar la grave crisis de desabastecimiento de comida y medicina”.
Incluso, “con ocasión de la XXXVI Asamblea Ordinaria del Consejo Episcopal Latinoamericano, celebrada recientemente en San Salvador, los obispos del Continente han señalado que, en Venezuela ‘se vuelve insostenible la falta de alimentación, la falta de medicinas y la falta de libertades’”.
Particularmente, el vocero de la Santa Sede ante la ONU se ha referido al impacto de la crisis y de la conflictividad en la Iglesia venezolana: “Al respecto, mi delegación desea señalar que el actual clima de enfrentamiento también ha afectado a la Iglesia católica en Venezuela. Se han verificado episodios de amenazas a sacerdotes, irrupciones violentas durante las celebraciones litúrgicas, acusaciones injustificadas contra instituciones eclesiásticas y ataques difamatorios públicos contra algunos obispos”.
Pese a ello, Bernardito Auza, coincidiendo con el Obispo de Roma, considera que “no deben escatimarse los esfuerzos para ayudar a que el país salga de su grave crisis, pues como ha dicho el papa Francisco el pasado 29 de abril, ‘todo lo que se puede hacer por Venezuela hay que hacerlo, con las garantías necesarias’”.
Al tiempo que reitera –como ya lo ha planteado la CEV– que una Asamblea Nacional Constituyente, lejos de ayudar a solucionar los problemas, “presenta el riesgo de complicarlos ulteriormente y hace peligrar el futuro democrático del país”, valora positivamente la alternativa de que “un grupo de países de la región o, eventualmente, de otros continentes, elegidos tanto por el Gobierno como por la oposición, acompañen las negociaciones actuando como garantes”.