Los carismáticos, 50 años de una manera de creer

El poder renovador de una fe alegre y fecunda puesta al servicio de los demás

Los carismáticos, 50 años de una manera de creer

El ritmo de los carismáticos cumple en Colombia 50 años de existencia, mientras la obra El Minuto de Dios, su más notorio foco de irradiación, celebra sus 46 años de vida. Es una manera de vivir la fe que el fundador de El Minuto de Dios, el sacerdote eudista Rafael García Herreros, propagó a través de un espacio diario de televisión.

El nombre de carismáticos deriva de esa gracia especial o carisma necesario para inspirar la alegría de creer, que hace posible y anticipa la Iglesia en salida que el papa Francisco promueve en el mundo.

Multiplicada en universidades, colegios, medios de comunicación, la acción carismática propicia una fuerza interior que muestra al mundo la alegría del evangelio, otra de las constantes de la predicación de Francisco. Por eso se habla de renovación carismática, como uno de los logros permanentes de este movimiento eclesial.

El Minuto de Dios, centro de difusión de los carismáticos, tiene presencia en 85 municipios de Colombia, ha creado 8 jardines infantiles, 24 colegios para 23.000 estudiantes, ha aportado 150.000 soluciones de vivienda que comenzaron en Bogotá en el que hoy se conoce como el Barrio Minuto de Dios. Cuenta, además, con una universidad con sede principal en Bogotá y filiales en Zipaquirá, Girardot, Ibagué; ha creado centros culturales y, como expresión emblemática, mantiene un espacio diario de televisión en el que el padre Rafael García Herreros y después de su muerte su sucesor el padre Diego Jaramillo han mantenido una eficaz cátedra, la más concisa del mundo: el Minuto de Dios.

Con una demostrada capacidad creativa la obra de El Minuto de Dios se extiende a un Parque de innovación Social, al jardín botánico “Sabio Mutis” en dos municipios de Cundinamarca, a cultivos de caña y café y a un agroparque.

Son actividades múltiples que le demuestran a Colombia el poder renovador de una fe alegre y fecunda puesta al servicio de los demás, que es la manera de creer de los carismáticos.

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