Nuevas autoridades en la Confraternidad Judeocristiana
“Miren cuán bueno y cuán placentero es que los hermanos estén juntos en armonía”: con la lectura de este versículo de un salmo se dio oficialmente comienzo a la sesión del consejo directivo de la Confraternidad Judeocristiana del Uruguay (CJCU). Unos días antes, el 6 de junio, se habían llevado adelante las elecciones y ese era el día en que formalmente se haría el traspaso de las autoridades.
La CJCU nació en 1958, por lo que el año próximo cumplirá los 60 años de existencia. Su propósito es, según sus estatutos, “consolidar y acrecentar las relaciones bilaterales entre judíos y cristianos promoviendo el estudio y la acción en torno a temas de interés común”. Pero, como ésta y otras agrupaciones dedicadas a promover el diálogo siempre terminan demostrando, la base fundamental sobre la que se apoya toda la dinámica de intercambio es principalmente la existencia de vínculos de amistad, que se van forjando y fortaleciendo a lo largo de estos procesos. Al final del día, es eso lo que termina haciendo la diferencia.
Esta experiencia de diálogo no es única ni aislada, son varias las agrupaciones a nivel mundial que buscan cumplir con este mismo propósito. El International Council of Christians and Jews (el Consejo internacional de Cristianos y Judíos, conocido como ICCJ por su siglas en inglés) es la agrupación paraguas que nuclea estos grupos de diálogo a nivel internacional, y en este momento cuenta con unas 40 organizaciones miembro. Al igual que muchos de sus grupos locales, ICCJ nace como una respuesta al Holocausto –también llamado en hebreo la Shoá, que se puede traducir como “la catástrofe”–, en la toma de conciencia de que era necesario “encontrar caminos para examinar las raíces profundas de la desconfianza, el odio y el miedo que culminaron en uno de los mayores males de la historia”, según se puede leer en su web institucional.
Los hermanos mayores
Recientemente se celebraron también los 50 años de la declaración NostraAetate, del Concilio Vaticano II. Ella marca un profundo cambio de la Iglesia Católica en la forma de concebir y vincularse con el judaísmo, remarcando el profundísimo vínculo que existe entre las dos religiones y su “patrimonio espiritual común”. Además de promover el diálogo, en ese documento se condenan “los odios, persecuciones y manifestaciones de antisemitismo de cualquier tiempo y persona contra los judíos”.
Con motivo de su 50° aniversario, se publicó otro documento llamado Los dones y la llamada de Dios son irrevocables, donde se hace un raconto de este medio siglo de historia y los avances acontecidos, además de presentar los avances que se dieron a nivel histórico y teológico. La separación entre estas dos religiones, de hecho, se fue dando paulatinamente; las primeras comunidades cristianas seguían reuniéndose en sinagogas y mantenían todas sus costumbres. Es recién con la conversión del emperador Constantino y la elección del cristianismo como la religión oficial que este quiebre se termina de hacer claro.
Como expresa el documento ya desde su título, los pactos y las promesas de Dios no son pasajeros, ya que su Palabra es eterna. Esto significa que la Alianza establecida entre Dios y el Pueblo Judío, a través de los profetas, sigue vigente, y que es un legítimo camino de salvación para muchos. Atrás queda esa mirada superacionista en donde el Nuevo Testamento venía a desplazar al Antiguo. Por ello, se remarca, no existe razón por la que haya que procurar la conversión de los judíos, ya que mediante la observancia de sus propios preceptos también cumplen, desde una mirada cristiana, con la voluntad del único y verdadero Dios. Incluso se afirma que el diálogo judeocristiano es “interreligioso” sólo en un sentido muy especial de la palabra, porque podría casi llegar a verse como una forma extrema de ecumenismo, que es el diálogo entre distintas denominaciones cristianas. Para los cristianos, los judíos son “nuestros hermanos mayores” en la fe, se afirma citando al papa San Juan Pablo II.
Llegando a los 60 años de camino realizado juntos en Uruguay, con mucho hecho y con mucho por hacer, se conformó la nueva directiva de la CJCU. Durante los próximos dos años, los co-presidentes serán: el rabino Daniel Dolinsky, por la parte judía, el pastor Jerónimo Granados, por los cristianos no romanos y Arturo Fajardo, obispo de San José, por la parte católica. Esperemos que sea un tiempo fructífero de consolidar lo realizado y crecer hacia nuevos horizontes. MazalTov!