La localidad extremeña de Plasencia se ha vestido de fiesta hoy, 24 de junio, para recibir a su nuevo obispo, José Luis Retana.
Miles de personas, entre amigos, familiares, placentinos –también autoridades civiles–, así como un numeroso grupo de fieles de Ávila (diócesis de procedencia de Retana), asistieron a la ceremonia de ordenación y toma de posesión que ha tenido lugar en la Catedral.
El ordenante principal ha sido el cardenal arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, presidente de la Conferencia Episcopal Española; ha estado acompañado por Celso Morga, arzobispo de Mérida-Badajoz; y Jesús García Burillo, obispo de Ávila, así como del nuncio apostólico en España, Renzo Fratini y otros muchos prelados españoles.
El momento más destacado se vivió durante la liturgia de la ordenación, cuando Blázquez le hizo a Retana las preguntas preceptivas sobre la aceptación del ministerio episcopal, él y todos los obispos presentes le impusieron las manos sobre la cabeza y se le entregó el anillo, la mitra y el báculo pastoral, invitándole a continuación a sentarse en su cátedra.
En la homilía, Blázquez empezó hablando de la vecindad y amistad de Ávila y Plasencia, y de ahí un “intercambio de dones” que se ha dado entre ambas, especialmente significativo en el caso de sacerdotes abulenses convertidos en obispos placentinos.
Su alocución tuvo varios momentos entrañables, pues tanto él como el nuevo obispo se conocen desde hace años, incluso, según contó, fueron monaguillos del mismo párroco, “que dejó en ambos una huella imborrable”. “Durante años formamos parte del mismo presbiterio; desde hoy somos hermanos en el ministerio episcopal, compartiendo la responsabilidad apostólica”.
Aprovechando la coincidencia de la festividad hoy de San Juan Bautista, el cardenal de Valladolid ha pedido al nuevo obispo que siga su ejemplo de denuncia de las injusticias contra los indefensos y los más pobres: “Ama, querido José Luis, con amor de padre a los pobres, débiles y excluidos; atiende con solicitud especial a los jóvenes que miran el futuro con incertidumbre”.
Le ha explicado que el ministerio episcopal consiste en “ser precursor del Señor, encaminando a las personas al encuentro con Jesucristo, y, citando a Jorge Mario Bergoglio en 2001, añadió: “El obispo está en medio de la grey como el que sirve. Unas veces va delante abriendo camino y guiando al rebaño; otras, camina entre las ovejas escuchando, promoviendo la concordia y tendiendo puentes de paz; otras veces va detrás de las ovejas, animando a las cansadas, curando a las enfermas y vendando a las heridas. El pastor es inseparable del rebaño, cuya suerte comparte; no apacienta a distancia”.
El resto de la celebración ha continuado con José Luis Retana ya como celebrante principal. Al final de la misa ha sido cuando el nuevo obispo ha tomado la palabra. Retana ha agradecido a Dios y a la Iglesia esta “hermosa misión” que se le confía, “a pesar de mi debilidad y de la pobreza de mi persona”.
Ha repasado situaciones y personas que han marcado su vida y su trayectoria de fe, desde sus primeros años en su pueblo natal de Pedro Bernardo hasta el tiempo en el Seminario y en la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca, y en este punto ha podido saludar a algunos profesores presentes, como Olegario González de Cardedal, José Manuel Sánchez Caro o el propio Ricardo Blázquez. Además, ha tenido un recuerdo especial para el obispo ya fallecido, Felipe Fernández García, que le ordenó sacerdote en Ávila en 1979.
Tras esta introducción, y en lo que ha sido el primer saludo en persona a su nuevo pueblo, ha asegurado que quiere ser “el que ve, cuida y vigila a su rebaño”, y ha explicado en qué consiste esta tarea de pastor a través de una tríada de palabras: enseñar, santificar y gobernar.
“La Iglesia me pide enseñar, sabiendo que yo debo ser el primer discípulo. Hacer presente la Palabra de Dios, ofrecer la luz que es la misma persona de Cristo en medio de la desorientación de nuestro tiempo. No enseñando ideas propias, sino proponer su Palabra y su modo de vivir”.
“La Iglesia –ha continuado– me pide santificar a los hombres, sobre todo mediante los sacramentos y el culto. (…) Como pastor vuestro deseo ser un ejemplo de fe y un testimonio de santidad, para ser cada día más un pastor según el corazón de Cristo”.
La tercera misión es “gobernar, guiar con la autoridad de Cristo al pueblo que Dios me ha encomedado. Una autoridad que es servicio y que se ejerce en nombre de Jesucristo. (…) Que mi modo de gobierno sea el servicio humilde y amoroso del lavatorio de los pies, y que sepa cuidar de todas las ovejas, también de las perdidas, del rebaño que se me ha confiado”.
En cuanto a sus prioridades pastorales, Retana no ha desvelado ningún plan especial. Ha saludado a los sacerdotes y agradecido “vuestro trabajo silencioso y la fidelidad”, a los seminaristas, a los consagrados, movimientos eclesiales y laicos.
“Todos formamos la única Iglesia de Jesús”, ha dicho, y por eso ha invitado a todos a “hacer visible al Señor y a su Iglesia” con “osadía y sin miedo”, y a poner “en el centro de nuestros desvelos a los pobres”.