Tienen la fecha del día, pero dan la sensación de que alguien repite la película, como esos canales que ruedan la misma película una y otra vez. Ahora la pantalla parece estar ocupada por la misma gente que corre con los rostros angustiados, ambulancias que ululan mientras emiten destellos rojos, en un escenario de autos destruidos y camillas cubiertas con sábanas blancas en medio de socorristas apresurados. Parece la misma escena, pero es otra. El terrorismo, ese lenguaje cruel de nuestros días, acaba de dictar su último mensaje en Manchester: 22 muertos, casi todos jóvenes o niños reunidos para un concierto, fue el resultado del atentado el tercero en tres meses. Fue parecido al de 2015 en París. El ataque fue contra los espectadores de un concierto de rock en el Bataclan, los terroristas mataron esa vez a 89 personas. En Niza fue un camión que embistió a la gente, dejó 84 muertos y 300 heridos.
Los cristianos coptos que viajaban en un bus fueron atacados a fines del mes de mayo, hubo 28 muertos y 79 heridos; la respuesta del gobierno egipcio fue un bombardeo contra posiciones del Estado Islámico en Libia.
A esta altura del recuento los lectores y el redactor se preguntan: ¿qué está pasando?
El papa Francisco dio su propia explicación: estamos viviendo la tercera guerra mundial a pedazos. Lo vivido en Londres, París, Niza o Kabul parece confirmar su explicación. Lo de Kabul fue el atentado más sangriento en los últimos 15 años. 90 personas murieron y 463 quedaron heridas cuando estalló un camión cisterna con una tonelada de explosivos dentro, en una zona de embajadas de la capital afgana. Por lo menos las de cinco naciones fueron afectadas por la explosión.
Y otra vez se repite la pregunta: ¿qué está pasando en el mundo? Como reacción, se han utilizado todas las formas de expresión: apagó sus luces la torre Eiffel, los sitios de los atentados se llenaron de flores y mensajes, convocaron a conciertos para responder con música a la barbarie, el Papa convocó a la oración; Trump, fiel a su estilo, insistió en dejar de ser políticamente correctos y en trabajar en la seguridad de la gente.
Por su parte el Estado Islámico puso en circulación un mensaje en el que insta a sus seguidores “a atentar con camiones, cuchillos y pistolas contra los cruzados, en el mes de Ramadán”.
Sí, es la tercera guerra que sucede en cualquier lugar, con brigadas de terroristas. Ha desaparecido la tradicional fila de soldados disciplinadamente listos a matar o a dejarse matar. Ahora los combatientes no combaten, llevan a cabo sus atentados con el rostro descubierto en el interior de un camión, en las sombras o entre las muchedumbres. Es otra guerra, sin ideales de patria, con el ideal bastardo de los fanáticos. En este sentido, es un retroceso; la noción de patria siempre estuvo presente, morir por ella siempre tuvo connotación heroica; otra cosa es la muerte de un fanático.
Sean fanáticos o heroicos defensores de la patria, estos nuevos guerreros están erosionando la economía de los países e imponiendo un retroceso, no solo humano, también económico.
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