Los bancos de alimentos: acción samaritana de la Iglesia

Una versión para el siglo XXI de “dar de comer al hambriento”

Los bancos de alimentos: acción samaritana de la Iglesia
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Padre Daniel Saldarriaga, director del Banco de Alimentos de Bogotá

En Colombia la Iglesia samaritana tiene el nombre del padre Daniel Saldarriaga, director del Banco de Alimentos de Bogotá.

Frente al desafío que representa la realidad del desperdicio de alimentos, se han creado en las distintas diócesis colombianas 25 bancos de alimentos que impiden que 1.916 toneladas de alimentos se pierdan; en vez de esto, 1.041 instituciones, que reciben alimentos del Banco, hacen llegar a la mesa de 293.961 personas esos alimentos.

ABACO, que es la sigla de la Asociación de Bancos de Alimentos de Colombia, es un ejemplo de caridad inteligente y sabiamente ordenada. No admite ni fomenta la mendicidad y por eso no hace entrega individual de alimentos, siempre lo hace a través de instituciones; ni en su manejo genera desperdicios.

Las empresas proveedoras, supermercados y productoras de alimentos, entregan a los bancos: frutas, verduras, productos de marca como Alpina, Alquería o Nutresa, que irían a la basura entre los 9.72 millones de toneladas de alimentos que se desperdician en Colombia cada año y que podrían alimentar a ocho millones de personas.

Ese desperdicio se reduce cuando el Banco de Alimentos selecciona lo que sirve para el consumo y pone a un lado lo que no sirve.

Dar de comer al hambriento

Zbanco3 Frutas, cereales, verduras, enlatados, lácteos y panadería se revisan: su estado físico, sus fechas de vencimiento y se re-empacan. Ningún producto se entrega en el empaque original; se almacenan en bolsas o envases que son los que se entregan a las instituciones ubicadas en los barrios de Bogotá o de las otras ciudades; esas instituciones le pagan al banco el 10% del valor comercial de los alimentos, que se entregan a las personas beneficiadas en platos de comida, listos para el consumo.

Cartones y demás envolturas van a reciclaje y los alimentos que no sirven para el consumo humano se transforman en abonos o en alimentos para animales.

El dar de comer al hambriento tiene así una versión siglo XXI.

(Fotos: Banco de Alimentos de Bogotá)

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