Desde que fuera secuestrada el pasado 7 de febrero en la localidad maliense de Koutiala, no había ninguna noticia sobre el paradero o el estado de Gloria Cecilia Narváez, religiosa colombiana que estaba al frente de la comunidad local de las franciscanas de María Inmaculada.
Hasta que, al fin, el pasado domingo 2 de julio, la filial de Al Qaeda en Malí publicó un vídeo en el que aparecía Gloria Cecilia, junto a otros cinco rehenes extranjeros: el australiano Arthur Kenneth Elliott, la francesa Sophie Petronin, el sudafricano Stephen McGown, el rumano Iulian Ghergut y la suiza Beatrice Stockly.
El vídeo 16 minutos y 50 segundos, y pese a que a los pocos minutos fue borrado, Vida Nueva ha tenido acceso a un fragmento de algo más de un minuto. En él se aprecia a una muy deteriorada Gloria Cecilia Narváez identificándose por su nombre mientras mira de frente a la cámara. Visiblemente emocionada, narra en francés: “Soy Gloria Cecilia Narváez. Fui apresada el 7 de febrero en nuestra casa. Estaba sola y cuatro hombres entraron al domicilio. Rezo mucho por mis hermanas y pido a mis hermanas que recen por mí”, dice al tiempo que se le quiebra la voz y, a pesar de que la imagen está pixelada en ese momento, se la ve enjugándose las lágrimas.
En el vídeo, una voz de fondo, perteneciente a unos de los yihadistas, presenta a los seis rehenes y explica que “Gloria Cecilia Narváez fue enviada por su congregación a Malí para respaldar y ayudar a los cruzados predicando el cristianismo y convertir a musulmanes a su religión. Ella y su congregación solo se proponen despojar a los musulmanes de Malí de sus creencias y reemplazarlas por falsedades”.
Este mensaje exaltado contrasta con el cariño que la comunidad local siente por la religiosa, un auténtico referente local por su compromiso con los más necesitados (dirigía un orfanato en el que había 32 niños, un dispensario sanitario y un programa para el impulso de la mujer).