Los obispos europeos y de Estados Unidos reclaman a todas las naciones que pongan un marcha un plan para eliminar las armas nucleares de sus arsenales militares. En una declaración conjunta fechada el 6 de julio, emitida por la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB) y la Conferencia de las Comisiones de Justicia y Paz de Europa, piden a sus respectivos países “una estrategia creíble, verificable y aplicable” para la “eliminación total” de este tipo de armamentos.
La declaración se publicaba un día antes de que terminara una segunda conferencia de la ONU donde, precisamente, se discutía un tratado que prohíba completamente las armas nucleares.
El texto se titula ‘Desarme nuclear: buscar la seguridad humana’ y lo firman Oscar Cantú, obispo de Las Cruces (Nuevo México) y presidente del Comité de Justicia y Paz de la USCCB, y Jean-Claude Hollerich, arzobispo de Luxemburgo y presidente de la Conferencia de las Comisiones de Justicia y Paz de Europa.
“Imperativo moral”
En manifestaciones posteriores, Cantú aseguraba que “la enseñanza de nuestra iglesia, desde el catecismo hasta san Juan Pablo II y el papa Francisco, sobre la necesidad urgente de desarme nuclear es clara. Es hora de que prestemos atención a este imperativo moral y promovamos la seguridad humana tanto dentro de Estados Unidos como en Europa y en el mundo”.
En conversación con Catholic News Service, Cantú lamentaba la “flagrante ausencia” de Estados Unidos y la gran mayoría de naciones europeas que, en vez de asistir a la reuniones de la ONU, se han sentado aparte para debatir no la eliminación de las nucleares, sino cómo ampliar las medidas de seguridad para permitir una estabilidad estratégica.
En opinión de los obispos, “la naturaleza indiscriminada y desproporcionada de las armas nucleares obliga al mundo a ir más allá de la disuasión”. Y, al respecto, Cantú esperaba que la declaración conjunta alentase a estos países a liderar seriamente el proceso de reducción y eliminación de estos arsenales.
“Miremos desde una perspectiva moral cuáles son nuestras prioridades como nación –seguía el norteamericano Cantú– cuando estamos buscando cómo invertir cientos de billones de dólares en la actualización y la renovación del arsenal nuclear”. “Hay algunas cuestiones morales realmente serias, cuestiones económicas, cuestiones prioritarias, cuestiones de política que queremos elevar a la sociedad y a nuestro propio electorado”, insistía el obispo.
Por otra parte, la declaración mira y apoya al resto de países que sí están comprometidos con la eliminación total: “El hecho de que la mayoría de las naciones del mundo estén participando en este esfuerzo [de eliminar este arsenal] demuestra la urgencia de su preocupación, una urgencia intensificada por la perspectiva del terrorismo nuclear, y la desigualdad e insatisfacción de los estados no nucleares por la falta de progreso en el desarme nuclear”, dijo el comunicado.
Francisco: “Las armas nucleares son un problema global”
En diciembre de 2014, el papa Francisco envió un mensaje a la III Conferencia Internacional sobre el impacto humanitario de las armas nucleares se celebró en Viena. Allí, el Pontífice describía: “Las armas nucleares son un problema global, que afecta a todas las naciones, y tendrán un impacto en las generaciones futuras, así como en el planeta, que es nuestra casa. Se necesita una ética global, si queremos reducir la amenaza nuclear y trabajar por el desarme nuclear”.
En un tono un poco más crítico, añadía: “La disuasión nuclear y la amenaza de destrucción recíproca segura no pueden ser la base de una ética de fraternidad y de coexistencia pacífica entre los pueblos y los Estados. Los jóvenes de hoy y de mañana tienen derecho a mucho más”. Además, “gastar en armas nucleares dilapida la riqueza de las naciones. (…) Cuando se dilapidan dichos recursos, los pobres y los débiles, que viven al margen de la sociedad, pagan las consecuencias”.
El mensaje más reciente del Papa sobre este tema es el que envió el pasado mes de marzo a la Conferencia de la ONU en Nueva York que estudiaba un instrumento jurídicamente vinculante que condujera a la prohibición y total eliminación de las armas nucleares: “Debemos preguntarnos cuánto sea sostenible un equilibrio basado en el miedo, cuando en realidad tiende a aumentarlo y a socavar las relaciones de confianza entre los pueblos. La paz y la estabilidad internacional no pueden basarse en una falsa sensación de seguridad, en la amenaza de la destrucción recíproca o de aniquilación total, en el simple mantenimiento de un equilibrio de poder. La paz debe construirse sobre la justicia, sobre el desarrollo humano integral, sobre el respeto de los derechos humanos fundamentales”.