“Lo que define claramente la identidad cristiana no es la adhesión a valores, sino poner en práctica convicciones”. Así lo manifiesta André Vingt-Trois, cardenal arzobispo de París, en una entrevista a France Presse –recogida por la web del arzobispado– casi cinco meses después de su “retiro” a causa de una enfermedad neurológica.
El purpurado, ya recuperado, muestra con contundencia su opinión sobre la acogida de inmigrantes: “No es difícil pronunciar discursos encendidos, lo que es más complicado es arremangarse y hacer algo que no forzosamente tenga que ser tan espectacular”.
El cardenal presentará su renuncia en noviembre, mes en el que cumple los 75 años. En relación a los desafíos que tendrá su sucesor, tiene claro que “la Iglesia de París está viva y tiene capacidad para seguir desarrollándose”. Aun así, “el desafío de los cristianos es saber si serán capaces de transmitir a la próxima generación sus convicciones sobre la importancia de la existencia, la relatividad de lo económico sobre lo espiritual o lo cultural, el valor del compromiso y el de la solidaridad”.
El cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, aprovecha un artículo en la revista francesa La Nef –rescatado por The Tablet– para pedir una “reconciliación” entre la forma extraordinaria y la ordinaria de la Misa, surgida tras el Concilio Vaticano II. Pero al mismo tiempo, también quiere que la versión ordinaria tome elementos de lo extraordinario.
Ambas formas de celebrar pueden ser utilizadas en la actualidad, pero la ordinaria es más común, porque permite una participación más activa de la gente, puesto que no es en latín –inaudible para la mayoría– y el sacerdote mira a la gente y no se muestra de espaldas. Sin embargo, el cardenal también argumenta que es esencial que los asistentes entiendan las lecturas en latín. Además, indica que la comunión se debe recibir de rodillas y en la lengua.
En su artículo, Sarah pide que se ponga fin a la frase “reforma de la reforma”, una idea empujada por aquellos que quieren que la forma ordinaria de la Misa sea más parecida al antiguo rito. Y es que, según sus palabras “la ‘reforma de la reforma’ se ha convertido en sinónimo de dominación de uno sobre el otro”. “Esta expresión puede volverse inapropiada –continuó–, así que prefiero hablar de reconciliación litúrgica.
Tres anillos que san Juan Pablo II regaló al futuro Benedicto XVI, tres cartas del Papa polaco y una foto que los retrata juntos. Estos son los regalos que Ratzinger, a través de la fundación que lleva su nombre, ha enviado a la casa natal de Karol Wojtyla.
El martes, 11 de julio, fueron expuestos por vez primera en el Museo Casa Natal de Juan Pablo II, en Wadowice (Polonia), estos regalos, según relata Vatican Insider. De los tres anillos con los que el santo obsequió al entonces cardenal, uno es el que le entregó con ocasión del Gran Jubileo del 2000. La fotografía, por su parte, fue tomada durante la Misa en ocasión del X aniversario del Pontificado de Juan Pablo II, el 30 de octubre de 1988.
En una carta dirigida al director del museo, que Ratzinger visitó en mayo de 2007, el Papa emérito expresó la esperanza de que estos regalos puedan dar alegría a los visitantes del museo y acrecentar su amor por san Juan Pablo II.