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“Raza Nueva”: promotores del Evangelio de la paz entre jóvenes pandilleros

  • La arquidiócesis de Monterrey pone en marcha una asociación pionera para acompañar a los jóvenes que abandonan las bandas
  • “Cuando los chavos logran cambiar sus gestos de violencia por gestos de paz, de encuentro y de ternura, estamos construyendo la paz”, defiende el padre José Luis Guerra





La Iglesia en Monterrey no es ajena a la situación de violencia que se vive en México, y del peligro que corren los jóvenes, sobre todos quienes están involucrados en pandillas, de verse atraídos por la tentadora opción que representa el crimen organizado ante la falta de oportunidades de desarrollo.

Por esta razón,  la arquidiócesis a cargo de monseñor Rogelio Cabrera López viene acompañando de manera particular a la juventud regiomontana, entre otras acciones dio luz verde a la asociación “Raza Nueva en Cristo”, agrupación de ex pandilleros asesorada por la Iglesia, con la finalidad de atender pastoralmente a quienes forman parte de estas bandas, mejor conocidas como “clicas”.

En entrevista para Vida Nueva Digital México, el padre José Luis Guerra Castañeda, asesor de “Raza Nueva en Cristo”, explicó que el proyecto consiste en que los jóvenes se encuentren realmente con Jesús y puedan cambiar su vida, pero para ello es necesario un proceso de acompañamiento que tenga como principal matiz una cultura de encuentro, que les permita ver en Jesús no una opción más, sino un verdadero camino de conversión.

PREGUNTA.–¿Qué vio la Iglesia en los jóvenes que la llevó a iniciar este acompañamiento pastoral?

RESPUESTA.–El joven pandillero por lo general tiende a ser violento, y esto se da principalmente porque no encuentra el rumbo en su vida. La Iglesia de Monterrey viene trabajando con ellos desde hace más de 13 años, pues vimos que tenían la mirada llena de esperanza, pero no sabían cómo generar un cambio en su vida. La Iglesia vio esa necesidad, y es por eso que iniciamos este proceso, pues estamos seguros de que un joven que encuentra el rumbo, es un joven que deja de ser violento.

El caminar de esta iniciativa no ha sido sencillo, y entre los principales retos que enfrentaron los primeros misioneros y sacerdotes de “Raza Nueva en Cristo”, fue el de crear una estructura para el acompañamiento, y por supuesto, conocer cómo evangelizar a una banda, “pues había que meterse en su mundo, inculturizarse”.

“Con los años –dice– las pandillas han ido cambiando, hay nuevas tendencias y nuevas subculturas, y la propuesta de ‘Raza Nueva en Cristo’ se ha tenido que ir replanteando poco a poco, pero sin perder su esencia, que no es otra que la de evangelización de las bandas. Por ello, el reto inicial sigue siendo actual: aprender a inculturizarse en el mundo de la banda”.

Proyecto de integración

El padre José Luis Guerra explica que actualmente son 14 los misioneros de tiempo completo, asesorados por él, que están viviendo esta experiencia de la Pastoral Urbana, en el marco de la Misión Permanente. Estos jóvenes cuentan con los recursos básicos para el acompañamiento y han logrado publicar manuales de predicación y para campamentos dirigidos a jóvenes pandilleros.

“Si bien ya tenemos una infraestructura de organización para poder acompañar a las bandas de Monterrey, obviamente no podemos abarcar todo; pero ahí donde estamos presentes nos esforzamos para que los jóvenes dejen de ser violentos y se conviertan en hombres de paz”, dice.

El padre José Luis Guerra, durante una eucaristía con los jóvenes ex pandilleros de “Raza Nueva en Cristo”

Asegura que los resultados han sido significativos, principalmente en cuanto a la organización, de tal manera que cuentan incluso con un programa de becas para que los jóvenes puedan estudiar, “lo que sin duda les ayuda a rehabilitarse y a encontrar la salida del mundo de las drogas”.

De igual forma, los jóvenes drogadictos son canalizados a centros de rehabilitación que apoyan la labor de “Raza Nueva en Cristo”, aunque la organización tiene como objetivo construir uno propio, con psicólogos, bolsa de trabajo y taller de oficios; es decir, “una escuela con enfoque pandillero”.

P.–En lo personal, ¿qué es lo que más le ha gustado de este acompañamiento?

R.–Este apostolado me ha enseñado a romper esquemas y a entender que la Pastoral es creatividad. Escuchar las confesiones de los jóvenes, poder celebrar con ellos los sacramentos o ser testigo de su cambio de vida, es una bendición. Los jóvenes, en su radicalidad, también me han enseñado lo que significa la fidelidad, la lealtad y la fraternidad, pues son valores que tienen muy arraigados. Podríamos decir que realmente dan la vida por su banda.

El deporte como tregua

El sacerdote regiomontano recuerda que justamente el domingo pasado, “Raza Nueva en Cristo” organizó un partido de fútbol entre bandas, y al calor del juego hubo un conato de bronca entre ‘Los Pitufos’ y ‘Los Píldoras’. Cuenta que al terminar el encuentro, cuando se dirigía de regreso a su parroquia, en el municipio de Escobedo, se encontró a “Los Pitufos”, que suelen reunirse en la esquina de la iglesia: “Uno de ellos me dijo: ‘padre, ya no queremos tener fallas con aquellos, ya estamos hartos de los pleitos'”.

“Les sugerí entonces que fuéramos al territorio de ‘Los Píldoras’ para plantear una tregua, y aceptaron. Cuando íbamos llegando a aquel lugar, los otros agarraron piedras, pero pronto se dieron cuenta que íbamos en son de paz. Yo sabía que eso era peligroso, pero también que Dios no me iba a dejar solo. Los chavos hablaron y se logró lo que ellos llaman el ‘acople’; es decir, se hicieron amigos”, explica el sacerdote. “A lo mejor más adelante vuelven a pelear, cuando se les olvide esta tregua, pero por lo menos, por un momento, hubo tranquilidad entre ellos; estaban contentos y decían: ‘ya podemos caminar, ya podemos ir y venir en paz’”.

Sobre la incidencia que tiene esta iniciativa en la construcción de la paz, el padre José Luis Guerra considera que no se puede hablar de esfuerzos pequeños, pues un esfuerzo siempre cambia las perspectivas.

“Cuando nosotros logramos cambiar un gesto amenazador por un gesto no violento, de encuentro, de ternura, estamos construyendo la paz en nuestra ciudad, en nuestra arquidiócesis, en nuestro México. Cuando nuestros misioneros logran llevar a Cristo, la paz inmediatamente se hace presente porque es un don de Dios, y cuando el muchacho encuentra en su corazón que la paz está ahí, entonces hace suyo ese regalo”.

Adaptarse a cada contexto

Asegura que recientemente la Arquidiócesis de Monterrey compartió esta experiencia con los obispos del sur del país. “Sin embargo, nos queda claro que no se trata de replicar el mismo proyecto, sino que cada lugar, conforme a su realidad, se planteé algún tipo de acompañamiento. ‘Raza Nueva en Cristo’ surgió a partir de la realidad que se vive en Monterrey. Cada Iglesia particular debe ver la manera de acompañar a sus culturas urbanas”.

Finalmente, sobre un posible acoso por parte del crimen organizado al ver que la Iglesia está llevando a cabo proyectos a favor de los jóvenes, el sacerdote negó haber sufrido un problema en este sentido: “Yo estoy convencido de que Cristo ha caminado con nosotros y lo sigue haciendo. Pero además, me he dado cuenta de que hasta las personas que parecen no ser tan buenas, también quieren la paz en su comunidad”.

El padre José Luis Guerra está convencido de que, “a final de cuentas, el violento cree que la violencia es la fuente de su paz, pero cuando los jóvenes se dan cuenta que éste no es el camino, dejan su arma de fuego, dejan las drogas, dejan los conflictos entre las bandas. Se dan cuenta que lo que sí es un crimen, es no vivir en paz”.

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Evangelio del día

Alicia Ruiz López de Soria, ODN







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