Barcelona ha acogido durante esta semana la 29º edición del Coloquio Europeo de Parroquias, en el que laicos y sacerdotes llegados del continente han reflexionado sobre los avances realizados en la vida cotidiana de las Iglesias locales, pero, sobre todo, han ahondado en la necesidad de una reestructuración de las unidades pastorales para hacer frente al envejecimiento y secularismo de la región.
“Es imprescindible que los laicos se impliquen en la vida parroquial”, asegura Bernard Quintard, vicario general de la diócesis francesa de Rodez y uno de los principales promotores de esta cita.
En una entrevista a Vida Nueva, Quintard explica que “la Iglesia ya no es solamente una jerarquía con unas funciones determinadas, sino que es el conjunto del Pueblo de Dios, cuya mayoría está conformada por los laicos bautizados”. De esta manera, defiende la necesidad de avanzar en la sinodalidad como pide el Papa Francisco, teniendo en cuenta que “el cura no es nada más que una persona que está la servicio de una dinámica parroquial”.
El cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, abrió este encuentro el pasado domingo con una eucaristía donde presentó la parroquia como “un oasis donde poder reponer fuerzas, encontrar agua y dialogar con los demás para compartir lo que llevamos en el corazón”.
Desde ahí, el purpurado señaló que “necesitamos cristianos que abran la puerta de la parroquia y del corazón para escuchar e introducir a los otros en la fraternidad, desde donde compartir la vida y el pan de la Eucaristía”. De esta manera, concluyó el arzobispos, la parroquia se conviernte en “la casa del amor”.