El Papa no ha faltado a su cita dominical con los fieles, para la oración del Ángelus, a pesar de que en este mes su agenda mantiene un ritmo más tranquilo. En esta ocasión el pontífice ha reflexionado sobre la parábola del sembrador, que recoge la liturgia de este domingo.
El papa ha comenzado recordando que Jesús utilizaba imágenes sencillas y que a la gente le gustaba escucharlo, frente al lenguaje complicado de los doctores de la ley que alejaba a los sencillos. “Así transmitía el misterio del Reino de Dios, sin usar teologías complicadas”, ha asegurado.
Jesús se presenta como un sembrador, una imagen que le hace proponerse como “uno que no se impone, sino que se propone; que no actúa conquistando, sino dándose”. “Él siembra con paciencia y generosidad su Palabra, que no es una jaula o una trampa, sino una semilla que puede dar fruto … si nosotros lo acogemos”.
Para Francisco, los diferentes terrenos en los que cae la semilla representan una auténtica “radiografía espiritual de nuestro corazón, que es el terreno en el que cae la semilla de la Palabra”. Un corazón, dice el papa, “que puede ser bueno y entonces la Palabra llega a fructificar o que puede ser duro, impermeable”.
El papa se ha referido en concreto al terreno lleno de piedras, comparándolo con los adoquines de las calles de Roma o de la Plaza de San Pedro, en el que no hay mucha tierra, en el que las raíces no llegan a tener raíces profundas, como metáfora de un “corazón superficial, que acoge al Señor, quiere rezar, amar y testimoniarlo, pero no persevera, se cansa y no despega jamás”.
También ha hablado del terreno lleno de zarzas que ahogan la semilla. Las zarzas representan a “los vicios que están en lucha con Dios, que asfixian su presencia: en son sobre todo los ídolos de la riqueza del mundo, el vivir con avidez, por sí mismos, por el tener y el poder. Si cultivamos estas zarzas, ahogamos el crecimiento de Dios en nosotros”, ha advertido el papa.
“Jesús nos invita hoy a mirar en el corazón”, ha señalado Bergoglio que ha pedido “dar gracias por nuestra buena tierra y a trabajar en los terrenos que aún no son de buena calidad. Preguntémonos si nuestro corazón está abierto a acoger con fe la semilla de la Palabra de Dios; preguntémonos si en nosotros, las piedras pereza son todavía muchas y grandes; identifiquemos y llamemos por su nombre las espinas de los vicios”, ha concluido Francisco, quien ha invitado también a tener “el valor de hacer una buena recuperación de los terrenos, llevando al Señor en la confesión y en la oración de nuestras piedras y nuestras zarzas”.
Entre los saludos particulares que el papa ha hecho al final de la oración mariana, en la que se ha referido a la advocación de la Virgen del Carmen, está el que ha hecho a la “comunidad católica venezolana en Italia” a la que asegurado la “oración por vuestro amado país”.