El turismo de crucero está en pleno auge y los puertos españoles son uno de sus destinos favoritos, sobre todo el de Barcelona, que se ha convertido en el más importante de este sector en España, liderando también el ranking a nivel europeo.
Las cifras, que superaron ampliamente los dos millones de viajeros que en 2015 desembarcaron en la Ciudad Condal, previsiblemente se batirán a lo largo de este año, consolidando un negocio que en 2013 generó en España 26.389 empleos, con un impacto económico calculado en 1.255 millones de euros, según datos de la Asociación Internacional de Líneas de Crucero de Europa (CLIA).
Sin embargo, no todo lo que reluce es oro tras esta forma de vacacionar que eligieron los casi ocho millones de personas que durante 2015 hicieron escala en algunos de los 26 recintos portuarios que hay en nuestro país (cuatro de ellos entre los top 50 del mundo). Dentro, las condiciones de vida y laborales de sus tripulaciones dejan mucho que desear, como han narrado a Vida Nueva desde el centro Stella Maris de Barcelona.
“Uno de los problemas más importantes que tienen las tripulaciones de los cruceros es la falta de tiempo libre durante las escalas. La mayoría de las veces, los cruceros atracan en los puertos durante unas ocho horas. Pero la tripulación tiene que trabajar también durante parte de este tiempo, razón por la cual, finalmente, solo pueden desembarcar durante unas tres horas”, señala Jenónimo Dadin, un laico que trabaja en el centro que el Apostolado del Mar tiene en la capital catalana.
“Su casa lejos de su casa”
Este tiempo tan escaso para el ocio de los marinos es la razón por la cual, desde Stella Maris, todos los días se acercan con su furgoneta a esos enormes transatlánticos para recoger a aquellos tripulantes que quieran pisar tierra, aunque solo sea por dos o tres horas, y sabiendo que no es para hacer turismo, pues apenas les daría tiempo a llegar al centro de la ciudad.
”Nuestro local principal está cerca de la zona portuaria. Hay una residencia con 26 habitaciones y con salas para descansar y con acceso a Internet y teléfonos para que puedan contactar con sus familias”, asegura Dadin. “No hay que olvidar que sus contratos son por ocho meses, y prorrogables otros dos más, tiempo en el que no ven a los suyos”, añade el responsable de la labor pastoral con los cruceros. “Como reza el lema de Stella Maris, queremos esta sea su casa lejos de casa”, reconoce.
Además de esta residencia, el centro Stella Maris –uno de los 17 que el Apostolado del Mar tiene repartidos por todo el litoral español– cuenta con una pequeña oficina en el muelle donde atracan estas verdaderas ciudades flotantes. “Ayer atendimos a más de un centenar de tripulantes, el 75% de los cuales viene buscando que les facilitemos la manera de comunicarse con sus familias”.
Abusos de autoridad y engaños en los contratos
Pero, además de para que les faciliten poder comunicarse con sus familias vía Internet, muchos viene también para quejarse de las situaciones de explotación laboral que viven. “Lamentablemente, en algunos barcos todavía se dan situaciones que son más propias de otras épocas. Se nos quejan del abuso de autoridad que sufren. Son personas de nacionalidad asiática o centroamericana, gente dócil que agacha la cabeza ante un trato inadecuado y que vienen a nosotros para hablar de su situación”, señala con pesar.
Junto a esto, también se quejan de “turnos con demasiada carga horaria, con jornadas de casi 11 horas diarias y, en algunos casos, más, con lo cual no tienen suficiente tiempo de descanso”. Y el que les queda, añade, “han de pasarlo en habitaciones que comparten entre cuatro personas, con lo que apenas tienen intimidad”.
No son pocos los que también se encuentran con graves problemas derivados de sus contratos laborales. “Les contratan en sus países de origen unas agencias de colocación con las cuales firman unas determinadas condiciones de trabajo. Y cuando llegan al crucero [muchos viajan desde Asia o Latinoamérica hasta los puertos europeos, donde han de embarcar para hacer las rutas turísticas], se encuentran con unas condiciones diferentes a las del contrato, con lo cual, si no las aceptan, les obligan a pagarse de su bolsillo su viaje de regreso”, señala Dadin. “Y con el añadido de que, en el momento de firmar en origen el contrato, les han cobrado también una cantidad de dinero”, afirma.
Quienes no aceptan estas reglas pasan a formar parte de “listas negras”, abunda Dadin. “Y el marinero calla y trabaja en unas condiciones que no son las normales, porque tiene que alimentar a su familia. El panorama es desolador, con unas condiciones de vida muy duras”, sostiene este laico, con quien también colabora una cuarentena de voluntarios.
Capellanes y voluntarios, la voz de la denuncia
De esta situación se hace eco también el mensaje que el departamento del Apostolado del Mar, dentro de la Comisión Episcopal de Migraciones, ha hecho público ante esta jornada, y en el que su obispo promotor, Luis Quinteiro Fiuza, de la diócesis de Tui-Vigo, pide que “la sociedad reconozca los muchos beneficios que nos proporciona la gente del mar, cuyos sacrificios a veces son invisibles a los ojos de nuestra sociedad”.
Asimismo, el texto, titulado “La fe es nuestra fuerza”, se hace eco del llamamiento que, dirigido a los hombres de la mar, hizo el papa Francisco cuando invitó a capellanes y voluntarios de este apostolado “a ser ‘la voz de aquellos trabajadores que viven lejos de sus seres queridos y se enfrentan a situaciones peligrosas y difíciles’”.
Igualmente, el texto episcopal asevera que “nos encontramos por la fuerza de la fe y de la comunión al lado de los marineros y de la defensa de sus derechos humanos y laborales, que han de ser respetados y protegidos”.
Asamblea del Apostolado del Mar en A Coruña
De esta problemática y, en general, de las duras condiciones de vida que sufren estos trabajadores se hablará también en la Asamblea del Apostolado del Mar, que se celebrará en A Coruña del 8 al 18 de septiembre, y también en el XXIV Congreso Mundial del Apostolado del Mar, que tendrá lugar en Taiwan del 1 al 7 de octubre.
Y es que, como recuerda el mensaje episcopal para esta festividad de la Virgen del Carmen, “esta pastoral quiere estar muy presente ante los graves peligros que envuelven a mucha gente del mar. A veces tienen que ‘trabajar en condiciones infrahumanas o caen en manos de la delincuencia organizada o son víctimas de la trata laboral”