Las cifras son demoledoras. Al menos 547 niños del coro de la catedral de Ratisbona sufrieron maltrato entre 1953 y 1992. Así lo ratifica la investigación realizada por la propia diócesis alemana, que detalla cómo 67 de ellos sufrieron abusos sexuales.
El informe, de 440 páginas, detalla el sufrimiento de las víctimas ofreciendo relatos y pruebas contundentes, en unos casos haciendo referencia a tocamientos y violaciones, mientras que en otros se apunta cómo los chavales eran víctimas de palizas o se les negaba el alimento.
“Los afectados describieron sus años escolares como una prisión, como un infierno y como un campo de concentración. Muchos se referían a esos años como la peor época de su vida, caracterizada por el miedo, la violencia y el desamparo”, resumió al presentar el informe esta mañana el abogado Ulrich Weber, uno de los autores de la investigación.
La diócesis ha confirmado que las víctimas han sido indemnizadas ya con pagos de entre 5.000 y 20.000 euros. El portavoz de las víctimas, Peter Schmitt, ha elogiado el trabajo realizado por Weber y por la diócesis, aunque también ha advertido de una “cifra oscura” de víctimas que ni tan siquiera se abrían atrevido a dar un paso adelante para denunciar su particular calvario.
Este caso de maltratos y abusos, al margen de la alarma desatada por el número de afectados, ha tenido especial incidencia mediática en tanto que Georg Ratzinger, el hermano menor del Papa emérito, fue director musical del coro entre 1964 y 1994.
“Si hubiera conocido los excesos de violencia que se estaban utilizando, habría hecho algo. Pido perdón a las víctimas. Al principio, yo también daba bofetadas, pero siempre tuve mala conciencia”, explicó Georg Ratzinger en una entrevista en 2010. Weber ha confirmado que el hermano del Papa emérito tuvo al menos conocimiento de los castigos físicos que tenían lugar en la institución, aunque probablemente sería ajeno a los casos de abusos sexuales.
La Iglesia no puede cambiar el pasado. Pero sí afrontar esta lacra sin medias tintas, como en este caso ha hecho el obispado de Ratisbona, llevando a cabo las pertinentes investigaciones. A partir de ahí se debe –y lo hace- pedir perdón por todas las atrocidades cometidas, en la medida de lo posible acompañarlas por el calvario sufrido e intentar enmendar lo ocurrido con todos los medios a su alcance, llevar a los responsables ante la justicia y trabajar para que la máxima de “tolerancia cero” marcada por Benedicto XVI y Francisco se cumpla sin condicionante alguno.
Ya lo adelantó Vida Nueva. El viaje a India de Francisco que se esperaba para este otoño no tiene fecha prevista. Lo ha confirmado ahora la agencia AFP que hablaría de 2018 tras conversar con un obispo del país que se mantiene como fuente anónima: “Se necesita un año para preparar la visita del Papa y no hay suficiente tiempo. No se ha podido ajustar el calendario”.
El cardenal de Bombay Oswald Gracias ya reconoció hace un mes la dificultad de encontrar una fecha adecuada para el viaje de Francisco. Aunque, según pudo saber esta revista, quien verdaderamente estaría generando obstáculos para la peregrinación papal sería el Gobierno del país, que se muestra con especial hostilidad ante todo lo que suene a católico.
La República Democrática del Congo continúa siendo un polvorín. La Conferencia Episcopal ha confirmado que el pasado domingo hombres armados secuestraron a dos sacerdotes en la provincia de Kivu del Norte, situado al este del país.
A través de un comunicado, los obispos han solicitado al Gobierno que intervengan para liberar a los padres Jean Pierre Akilimali y Charles Kipasa, pertenecientes a la parroquia Nuestra Señora de los Ángeles, en Bunyuka. De la misma manera, reclaman a las autoridades que pongan sus esfuerzos en “desmantelar esta red criminal que desestabiliza la paz en la región de Beni”.
El Episcopado ha recordado que todavía siguen en paradero desconocido otros dos sacerdotes secuestrados precisamente en Beni en 2012.