España

El cardenal Blázquez califica de “humillante” el desempleo y el trabajo precario actual

  • El presidente de la Conferencia Episcopal alza la voz para defender la dignidad laboral: “La persona y el trabajo son  inseparables en el proyecto de Dios
  • Con una homilía de signo bergogliano, celebra en Ávila los 50 años del Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos en Ávila





“Es humillante que a los trabajadores se les impida ganarse el pan: sin empleo, sumamente precario, coyuntural e insuficientemente remunerado”. Con esta firmeza, el cardenal Ricardo Blázquez se ha dirigido esta tarde en Ávila a los participantes en el Seminario Internacional y la Asamblea General del Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos.

Durante la eucaristía que presidió para conmemorar los 50 años de la institución, el presidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Valladolid señaló que “la persona y el trabajo son realmente inseparables en el proyecto de Dios”. Por eso, invitó a los asistentes a ser “reflejo de Jesucristo trabajador” y estar “cerca de las personas abrumadas a veces por el peso de sus trabajos”.

Blázquez arrancó su homilía repasando la figura de Teresa de Jesús y del profeta Elías, para invitar a los participantes que las dificultades que ambos vivieron no les limitaron, sino que Dios siempre actúa “por medio de personas para liberar a su pueblo”.  “Cuando un hermano padece discriminación, rechazo, opresión o sufrimiento, allí el Señor se acerca para tenderle la mano”, subrayó.

Manos de trabajador

Acerdándose a Jesús de Nazaret, expuso al grupo de católicos comprometidos en el mundo del trabajo, que Él tuvo tres destinatarios: los pobres, los afligidos y los pecadores. A partir de ahí, explicó que Jesús trabajó “con manos de hombre”, punto de partida para defender que el trabajo “también forma parte de las condiciones de la encarnación del hijo de Dios”, para después pedir que no haya eternos condenados a no trabajar.

En línea con el Papa Francisco, apuntó que “el trabajo es condición para ganarse dignamente el pan de cada día” y subrayó cómo “una persona que no trabaja, es una persona frustrada”.

“Necesitamos el trabajo para nuestra realización personal e ir creciendo en calidad y dignificación de nuestra vida”, comentó el arzobispo de Valladolid que animó a la Iglesia y a la sociedad a mirar al mundo del trabajo siempre desde “una dimensión de carácter social, familiar y personal”.

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