Europa

El desgarrador testimonio de Rosaline, la hermana del P. Jacques Hamel

  • El 26 de julio se cumple un año del asesinato del sacerdote francés a manos del Estado Islámico
  • “No estamos en contra de los homenajes, pero tenemos que prepararnos”, dice su hermana, todavía muy afectada, a la revista La Vie





El próximo 26 de julio se cumple el primer aniversario de la muerte del sacerdote francés Jacques Hamel, asesinado mientras celebraba misa durante el ataque de dos terroristas del Estado Islámico a la iglesia de Saint-Étienne-du-Rouvray, en Rouen (Normandía). Tenía 86 años, era un hombre querido en la comunidad y el acontecimiento conmocionó a la sociedad dentro y fuera de Francia, además, por tratarse del primer atentado yihadista en Europa.

Musulmanes y cristianos rezaron juntos por él en señal de fraternidad y unidad contra la violencia, el propio papa Francisco le definió como un “mártir” y pocos meses después de su muerte se abrió el proceso de beatificación.



En conversación con Vida Nueva, el postulador de la causa, Paul Vigouroux, aseguraba entonces que “lo que era odio y violencia, Hamel lo convirtió en amor y perdón, como hizo Jesús en la cruz, porque el padre amó hasta el fin”.

“Ser testigo de mi hermano es mi bastón”

Con todo, cuando se acerca la triste efeméride, la revista francesa La Vie ha podido mantener un encuentro con Rosaline Hamel, hermana del P. Hamel, que sacude en cierta manera al lector, al ofrecer una perspectiva diferente sobre el duelo que los más próximos a él siguen intentado superar.

“Ser testigo de mi hermano es el bastón en el que me apoyo en mi último aliento”, asegura Rosaline rodeada de fotos y un montón de recuerdos de Jacques. Lo que cuenta al semanario francés de inspiración cristiana transmite un dolor al que todavía le queda recorrido.

Rosaline Hamel conoció al papa Francisco el pasado 22 de abril, durante la oración en memoria de los mártires contemporáneos de los siglos XX y XXI, celebrada en la Basílica de San Bartolomé a iniciativa de la Comunidad de Sant’Egidio. Allí la hermana y el Pontífice se saludaron y hablaron brevemente.

Rosaline Hamel con el Papa, el pasado 22 de abril durante una oración por los mártires contemporáneos

Más allá de eso, Rosaline no ha querido exponerse a los medios de comunicación, entre otras cosas por el miedo a que su familia estuviera amenazada, pero sobre todo debido a la “falta de tacto”, por ejemplo de los periodistas: “El día del funeral –narra–, cuando estábamos a punto de irnos a Saint-Étienne-du-Rouvray, un periodista me preguntó por nuestra infancia…”.

Un duelo muy vivo

En estos meses, la familia ha intentado llevar el “duelo personal después de haberlo compartido con todo el planeta”.

Y sigue contando a la revista La Vie, a modo de ejemplo: “En una pequeña ciudad donde mi hermano fue sacerdote durante 13 años, se ha inaugurado una calle sin preguntarnos lo que pensamos. Escribí a la oficina del alcalde para decirle que nos hubiera gustado estar informados antes, para estar realmente presentes en el homenaje y no sufrir. A modo de disculpa, me respondieron que ignoraban que mi hermano tuviera familia. ¿Cómo creer que un hombre de 86 años no tiene familia? No es que estemos en contra de los homenajes, pero tenemos que prepararnos”.

“La gente no se da cuenta de que este sufrimiento está todavía en nosotros, que todavía está vivo, que cada uno lo gestiona a su manera… –lamenta Rosaline–. Nos dicen cosas absurdas, como que ‘La vida sigue’. Otros dicen que están conmocionados, tocados, pero a veces sin preocuparse realmente de lo que vivimos. Nosotros no pudimos ir a socorrer a mi hermano… Cuando estamos en momentos bajos, lo revivimos, pero la gente no se da cuenta”.

Y explica otro momento doloroso: “Durante una ceremonia, alguien declaró: ‘Es un mártir, está cerca de Dios’. Yo tomé la palabra y dije: ‘Gracias por el honor que le hacéis, pero me gustaría que estuviera con nosotros y que recibiera menos honores’. Las palabras, las condolencias, expresiones como que ‘su martirio es un don de Dios’… A veces es difícil, en mi corazón. ¡Puede que esté confundida! Cuando uno está en su momento más bajo y sufre por la falta de delicadeza de la gente que cree que hace un bien, sientes un desfase enorme”.

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Etiquetas: Jacques Hamel
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