México

Preguntémonos siempre ¿qué podemos hacer por los corazones amargados?: Felipe Arizmendi

  • El Obispo de San Cristóbal de las Casas llamó a ponerse en los zapatos de aquella gente que es especialista en descubrir y resaltar el ‘prietito negro en el arroz’ para poderlos entender y ayudar





“Sembrar esperanza, no amargura”, es lo que pide el obispo de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, Felipe Arizmendi Esquivel, a los católicos ante una realidad en la que pareciera que todo está mal.

A través de un artículo publicado en la página web de la diócesis sureña, Arizmendi criticó que los medios de comunicación se enfoquen en difundir sólo contenidos que terminan por dejar el corazón de los mexicanos lleno de amargura, tristeza y decepción por la realidad.

“Robos, asesinatos, accidentes, casos de corrupción, secuestros, fallas del sistema penal o judicial, desgracias por las lluvias, contaminación, casos de pederastia, guerras, etc. Son pocos los ejemplos de éxito, de solidaridad, de honradez, de trabajo, de superación, de familias armónicas, de jóvenes honestos, de políticos rectos, de servidores de la comunidad”, dijo.

Explicó que esto se debe a que en la sociedad mexicana hay mucha gente especialista en descubrir y resaltar el ‘prietito negro en el arroz’. “Sólo tienen ojos, mente y corazón para denunciar lo que consideran que está mal. Nunca sale de su boca una palabra alentadora, un agradecimiento, una valoración del bien que alguien ha hecho”. En este sentido, se cuestionó: “¿cómo habrá sido su infancia?, ¿por qué siempre están a la defensiva, o mejor dicho, a la ofensiva?, ¿qué complejos vienen arrastrando?”

A manera de contraste, narró la experiencia que tuvo en días pasados al visitar una comunidad indígena tzeltal, cuyos habitantes, al término de una Misa, se acercaban a él con la única intención de recibir una bendición u oraciones para remediar sus males y dolores. “Y al hacerlo, en sus ojos brillaba el consuelo, la esperanza, la paz”.

“Aprendamos a ponernos en los zapatos de los otros –continuó monseñor Arizmendi– preguntándonos: ¿qué necesitan?, ¿qué anhela su corazón?, ¿qué les duele?, ¿qué les ayudaría más?, ¿qué puedo hacer por ellos? Si yo estuviera en su situación, ¿qué valoraría más?”.

Haciendo eco de las palabras del papa Francisco, el Obispo de Chiapas recordó que el Espíritu Santo no nos hace sólo capaces de esperar, sino también de ser sembradores de esperanza, de ser también nosotros consoladores y defensores de los hermanos.

“Un buen cristiano –ha dicho el Santo Padre–  ¡siembra esperanza: siembra aceite de esperanza, siembra perfume de esperanza, y no vinagre de amargura y de desesperanza! Y son sobre todo los pobres, los excluidos y no amados, quienes necesitan a alguien que se haga para ellos ‘paráclito’; es decir, consolador y defensor, como el Espíritu Santo hace con cada uno de nosotros”.

Finalmente, dijo que no se puede renunciar a ser críticos de la realidad o denunciar lo que en verdad está mal, “pues eso nunca debemos dejar de hacerlo cuando sea necesario”, pero siempre dando ánimos y esperanzas a los que sufren. “Si no podemos resolver todos sus problemas, hagamos lo que más podamos por ellos. Que no se sientan solos, sino que cuentan con nuestro apoyo y nuestra solidaridad, material y espiritual”, concluyó.

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