Hace un año, al finalizar el curso 2015-16, los Centros Educativos Vicencianos de la Provincia Madrid-San Vicente, de las Hijas de la Caridad, asumimos un reto ambicioso para todos los colegios. Acabábamos de recibir nuestra formación de julio, basada en el aprendizaje a través de proyectos concretos con los que tener una incidencia social. Las idea era trabajar en esto de cara al curso siguiente… Pensamos cosas realmente creativas, hasta que desde este caminar surgió el más sorprendente y vital de todos los proyectos: AngolaAble.
Lo hemos podido sacar adelante con toda la Provincia unida y apasionada, estableciendo un puente entre España y Angola, siempre desde la base de la misión compartida.
Como profesores que somos, empecemos por el principio: en la lengua inglesa (que yo imparto), el sufijo -able significa oportunidad de hacer. El Señor quería hacer brotar en nosotros algo nuevo. Sin duda, este proyecto ha sido un regalo por el 400º aniversario del Carisma Vicenciano. Al menos para los 15 profesores de 13 centros diferentes que hemos tenido la suerte de viajar dos semanas a Angola en un programa de intercambio. El objetivo era poner en práctica pedagogías innovadoras, especialmente el aprendizaje cooperativo en el aula, y compartir la cultura y la fe.
Alcanzable, adorable, creíble…
A continuación, os relato las ocho maravillas que nos ha dejado como poso en el corazón esta experiencia única:
- Primera maravilla: todo ha sido alcanzable (attainable). Y lo ha sido gracias al cuidado, la disponibilidad y la fe de muchas personas. Sor Eugenia y sor Concepción, la visitadora y la consejera de Enseñanza de las Hijas de la Caridad en la Provincia, lo soñaron. Directoras españolas y angoleñas lo aceptaron. Toda la Provincia oraba por nosotros y, finalmente, los 15 profesores lo logramos. Un sueño, un proyecto, un logro.
- Segunda maravilla: todo ha sido adorable (lovable). ¡Cuánta ternura, cariño y acogida hemos recibido en las cuatro comunidades de Quibala, Luanda, Balombo y Lobito! Despojadas y entregadas al máximo por conseguir que nos sintiéramos como en casa; nos costó lágrimas volvernos. Mujeres fuertes en la mirada, entregadas en cuerpo y alma, valientes en sus decisiones y alegres en la esperanza de su gente. Ellas, siempre incansables y pletóricas. Nosotras, admiradas y contagiadas. (…)
