“El martirio del padre Hamel no fue en vano. Un año después, podemos comprender su sentido. Nos ha hecho más fieles a lo que somos, más fieles a aquello contra lo que querían disparar. No vamos a dar marcha atrás”. Con esta declaración de principios, el presidente Emmanuel Macron se ha dirigido a todo el país desde Saint Etienne-du-Rouvray, al noroeste de Francia, donde se ha desplazado a primera hora de hoy miércoles 26 de julio para rendir homenaje al sacerdote de 85 años que fue asesinado hace un año a manos de dos terroristas del Estado Islámico mientras celebraba la eucaristía.
“Al asesinar al padre Hamel a los pies del altar, los dos terroristas probablemente pensarían que incitarían a los católicos de Francia a vengarse. Fracasaron. Hoy doy gracias a la Iglesia por haber encontrado en su fe y en sus oraciones el poder del perdón”, expresó el líder del Estado laico por excelencia, que recordó que “en el corazón de nuestras leyes y nuestros códigos, hay una parte que no es negociable y me atrevo a decir que es sagrada: la vida de los demás, es lo que nos hace humanos”.
Especialmente significativa es la reflexión que Macron aprovechó para hacer una reflexión sobre el concepto de laicidad (que no laicismo) y el Estado: “La República garantiza la libertad de creer o no creer. La República no debe luchar contra la religión”. Eso sí, encomendó como responsabilidad de cada confesión religiosa “la lucha contra un odio que nunca puede triunfar, es una larga batalla que se libra todos los días”.
Este punto de partida le permitió al líder galo asegurar que “profanar a una persona, profanar la iglesia y, por tanto a su fe, los asesinos han establecido un vínculo de unión entre los franceses: el rostro de Jacques Hamel, que niega toda arrogancia terrorista”. Así, explicó cómo “la humilde vida” del sacerdote “ofreciéndola por los demás” ha llevado a reconocerse a los franceses en él.
Macron pronunció este discurso al descubrir una placa homenaje al sacerdote con la Declaración de los Derechos Humanos y después de participar en la eucaristía presidida por el arzobispo de Rouen, Dominique Lebrun. La pequeña parroquia de Saint Etienne-du-Rouvray estaba abarrotada y fueron centenares los fieles que siguieron la misa desde el exterior.
“El odio no ha triunfado ni triunfará”, expresó con contundencia durante la homilía Lebrun, que subrayó que el padre Hamel “no murió solo”. “En esta iglesia el padre Hamel hablaba de amor, aquí la voz de Hamel fue silenciada”, lamentó el prelado que subrayó cómo “ahora el padre Hamel nos sigue hablando. Su vida y su muerte van mucho más allá de lo que podría haber imaginado”.
“Su muerte inspiró vida. Hombres y mujeres, yo soy testigo de ellos, buscan nuevos caminos a través de él. Buscan descubrir al padre Jacques Hamel en su vida: como un hombre entre los hombres, como un cura entre los sacerdotes, entre los fieles, un hombre sencillo, ordinario. Artistas componen poemas, otros escriben libros, hasta crean arte … Los hay que optan por el silencio para escuchar mejor al padre Jacques Hamel”, meditó el arzobispo.