No es una novedad cuando hablamos de la desigualdad en nuestros pueblos latinoamericano. Tampoco es novedoso hacerlo refiriéndonos a los paraguayos, un pueblo en donde más del 80 por ciento de las tierras está en manos de menos del 3 por ciento de la población.
Justamente, frente a esta realidad, se entiende (pero no se comprende) que desde hace más de 10 días los campesinos paraguayos estén en estado de movilización en rechazo a la concentración de la tierra y las políticas de ajuste del gobierno del presidente Horacio Cartes. Hasta ahora, las autoridades parecen no escuchar.
Según el sociólogo Ignacio González Bozzolasco, en un informe realizado para Nueva Sociedad, los pequeños agricultores campesinos de Paraguay “forman parte del 91,4 por ciento del total de propietarios rurales del país solo ocupan 6,3 por ciento de la superficie nacional”. “Esta situación es el oscuro trasfondo de las últimas movilizaciones de los gremios campesinos articulados en la Coordinadora Nacional Intersectorial (CNI), que en la actualidad acampan en el microcentro de la capital del país”, explica el sociólogo.
Estas marchas de campesinos en la capital paraguaya cae justo en el marco de una carrera electoral que comienza a crecer en vistas a las elecciones presidenciales de abril del año próximo.
Denuncia episcopal
A esta situación tensa se suma otro reclamo, también motivado por la falta de oportunidades para los que menos tienen. Pero este reclamo no viene desde los campesinos en las calles, sino desde el púlpito. El obispo del Chaco paraguayo, Gabriel Escobar, denunció la desidia del Gobierno ante la realidad que están padeciendo unas 60 familias de Campo Carandayty que ven complicada su movilidad por la colocación de portones en los caminos rurales que siempre utilizaron.
Estas familias argumentan estar aisladas ya que los portones permanecen cerrados con candados, con las llaves en manos de ganaderos latifundistas y extranjeros, quienes consideran que esos caminos son propiedad privada y no una vía de uso púbico. Este obstáculo en el andar de los campesinos los obliga a realizar varios kilómetros de más para llegar a las poblaciones vecinas que habitualmente frecuentan para reabastecerse.
“Existe un abandono estatal hacia estos humildes compatriotas”, dijo el obispo en su homilía en la misa que presidió en la Catedral de María Auxiliadora de la localidad de Fuerte Olimpo este domingo 23 de julio. “Es una verdadera pena lo que están sufriendo estas familias, atendiendo que las tierras del Chaco fueron defendidas con sangre para evitar la pérdida de esta región y ahora lamentablemente se tropieza con esta triste realidad por la desidia estatal“, aseveró.
Si bien ya ha tomado cartas en el asunto el Juzgado de Paz de Fuerte Olimpo, la propuesta para los pobladores por ahora es seguir haciendo largos camino para llegar al mismo lugar a donde antes llegaban caminando menos.