Dice un proverbio rumano que si es imposible, es que puede hacerse. Esta frase resume a la perfección la actitud con la que desarrolla su trabajo Miguel Maury Buendía (Madrid, 1955), nuncio apostólico en Rumanía y Moldavia. Tras velar por los intereses de la Iglesia católica en Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán, el arzobispo español ejerce ahora como diplomático de la Santa Sede en un país donde la mayoría de sus habitantes son cristianos ortodoxos. Buen conocedor de la realidad religiosa de Europa y del mundo, con él hemos hablado en la nunciatura de Bucarest sobre la situación de la Iglesia en Rumanía y en España, además de otros temas como el ecumenismo y el diálogo interreligioso.
PREGUNTA.- ¿Cuál es la situación actual de la Iglesia en Rumanía?
RESPUESTA.- En los últimos 25 años se ha pasado de la persecución del régimen comunista a una situación de normalidad. Desgraciadamente, no ha habido todavía una reconciliación social, sobre todo entre la Iglesia ortodoxa y la greco-católica, suprimida por las autoridades marxistas en 1950. La devolución del patrimonio nacionalizado o entregado a los ortodoxos está todavía pendiente, como lo está también en buena parte el patrimonio de la Iglesia latina o de la misma Iglesia ortodoxa rumana.
P.- ¿A qué dificultades se enfrenta un católico en Rumanía?
R.- Un católico en Rumanía tiene probablemente menos dificultades para vivir su fe que en España, ya que Rumanía es un país en el que la secularización y el anticlericalismo no han producido los estragos que en España. Además, las minorías suelen ser más fervorosas y, en Rumanía, los católicos no llegan al 10%, aunque estén muy presentes en obras asistenciales y culturales. (…)
P.- Los cristianos ortodoxos son la religión mayoritaria en Rumanía. ¿Qué tiene de positivo que los católicos sean “minoría”? ¿Cómo son las relaciones entre católicos y ortodoxos en el país?
R.- Algunos fieles ortodoxos me han dado las gracias por la presencia católica en Rumanía, ya que la emulación resulta por lo general positiva: si los católicos abren un dispensario para los pobres, los ortodoxos abren otro y, a ser posible, más grande; si construyen una escuela, también ellos lo hacen. Las minorías aportan una nota característica que suele enriquecer a todos. Un amigo musulmán me decía en otro contexto: “Quiero cristianos en mi país para poder ser libre”.
P.- Un sacerdote me comentó en cierta ocasión que encuentros ecuménicos como los de Taizé fomentan el “relativismo”, ya que ponen todas las creencias “al mismo nivel”. ¿Por qué algunos sectores de nuestra Iglesia recelan todavía de cualquier celebración con otras confesiones cristianas?
R.- Como diplomático, soy un profesional del diálogo. Donde termina el diálogo empieza la guerra. No pienso que haya muchos católicos españoles que recelen del diálogo, aunque los españoles, independientemente de nuestras preferencias, tendemos un poco a ser dogmáticos. Pero solo los débiles, los inseguros y los acomplejados tienen motivos para recelar de un diálogo civilizado, ya que no se trata de poner todas las creencias al mismo nivel, sino de respetar de igual modo a todos los creyentes. (…)