“Nunca hubo una relación directa entre los comandantes de la guerrilla y los jesuitas”. Es la tesis que defiende la que fuera Defensora de los Derechos Humanos de El Salvador, Beatrice de Carrillo Alamanni, en “Ahora y aquí” (Il Margine). En el libro, que acaba de ver la luz en Italia y del que recoge una prepublicación L’Osservatore Romano, la catedrática de Ciencias Jurídicas de la UCA salvadoreña repasa su vida, centrándose en el martirio de los seis jesuitas asesinados el 16 de noviembre de 1989, a quienes conocía personalmente como amiga y compañera.
En el libro, la experta repasa el contexto de guerra civil que vivía el país para analizar “la matanza de los jesuitas a manos del ejército”. “Se tomó la decisión absurda y loca de asesinarles, al ser considerados, en ese momento, como los inspiradores de la situación que se estaba viviendo. Por supuesto, nada más lejos de la realidad”, recuerda De Carillo.
De esta manera, califica el asesinato múltiple, no solo de “muerte absurda” de unos “grandes forjadores de paz”, sino de “un crimen vergonzoso y despreciable, incluso un gesto absurdo, irracional, tremendamente inútil y errado, del que El Salvador aún está pagando el precio a nivel internacional, tanto en imagen, como respecto a la violación de los derechos humanos”.
La lucidez de Ellacuría
Es más, al detenerse en este episodio, aclara que “yo diría que siempre existió una distancia, no solo física, sino sobre todo, intelectual e ideológica absolutamente clara entre ellos. En todo caso, hay que decir que el padre Ellacuría trabajó enérgicamente por la paz, con lucidez, con extraordinaria inteligencia y una clara visión del destino democrático que se iba a generar en el Salvador”.
Sobre el entonces rector de la universidad y su personalidad “enérgica, optimista y positiva”, la abogada expresa que estaba convencido de que solo mediante la “participación de los más altos niveles de poder económico y político, podría construirse la paz y no con las armas”.
Así, destaca la relación que mantenía con el que fuera presidente de El Salvador, Fredy Cristiani, del que dice, “tuvo una oportunidad decisiva y real para poner fin a la guerra”. “El padre Ellacuría vio esto claramente e hizo todo lo posible para abrir espacios de diálogo directos y eficaces entre el Gobierno y los revolucionarios”, comenta la autora de “Ahora y aquí”.
Conscientes de su final
Beatrice de Carrillo Alamanni no solo se acerca a los mártires de la UCA como investigadora, sino desde su experiencia personal. Así, presenta su “amistad fraternal y natural” con el menor de los jesuitas asesinados, Ignacio Martín Baró, con el que habló poco antes de morir.
“Esa última llamada telefónica con él, no lo olvido e incluso me resulta difícil hablar de ello hoy. Ignacio sabía lo que iba a pasar, tenía plena conciencia, A las once de la noche, unas horas antes de la matanza, lo llamé diciendo que iba a verlo. Sabíamos que los teléfonos estaban intervenidos. Él respondió con decisión: “No””.