A pesar del rechazo de la comunidad internacional y de la intensificación del conflicto que se vive en Venezuela desde hace cuatro meses –y que ya deja más de 120 muertos–, el presidente Nicolás Maduro aseguraba el domingo 30 de julio, al concluir la jornada electoral, que “tendremos Asamblea Constituyente (…). Es la votación más grande que haya sacado la revolución bolivariana en toda la historia electoral en 18 años”.
El pronunciamiento se produjo al final de los comicios que dejaron más de diez víctimas mortales, tras el anuncio de que 8.089.320 personas votaron –el 41,53% del patrón electoral–, según el Consejo Nacional Electoral, aunque la Mesa de la Unidad Democrática ha calculado que el número de votos no fue superior al 12% –aproximadamente 2,4 millones de venezolanos.
“Es muy complicado dar un balance de una jornada que, desde su presentación, evidencia su inconstitucionalidad”, afirmó Janeth Márquez, socióloga y directora de Cáritas de Venezuela, consultada por Vida Nueva. “Lo que hemos observado lo podemos describir teniendo en cuenta cuatro variables: participación, sentimientos, muerte y anarquía”.
1. Poca participación espontánea, fluida y alegre
“Pudimos observar cómo se ha deteriorado el apoyo que en años anteriores tenía el Gobierno en los sectoes más populares”, comenta la directora de Cáritas al referirse a la “poca participación espontánea, fluida y alegre” del pueblo venezolano durante la jornada electoral.
Además, “si bien es cierto que el gobierno todavía cuenta con una población que los respalda, se constató que un porcentaje muy bajo apoyó la Asamblea Nacional Constituyente por voluntad propia”, sostiene Janeth Márquez, quien también asegura que “un grupo pequeño participó por miedo a perder la bolsa CLAP [bolsa de comida proporcionada por las autoridades], la pensión y algunas pequeñas prebendas que aún reciben por parte del Gobierno”.
Sin embargo, “también pudimos observar que un porcentaje de funcionarios públicos y beneficiarios de políticas públicas, a pesar de tanto amedrentamiento y coacción por parte del Gobierno, no aceptaron la intimidación”.
2. Futuro incierto
Con relación a los sentimientos que predominan en los venezolanos, la socióloga percibe “un pueblo triste, con sentimiento de culpa por tener miedo al futuro incierto”. Desde su perspectiva, se trata de “un pueblo muerto en vida” que el día de las elecciones para la Asamblea Nacional Constituyente “amaneció sabiendo que el gobierno haría trampa”.
3. Un día de luto
Al referirse a las personas que murieron durante las confrontaciones, la directora de Cáritas señala que ha sido “un día de luto que pasará a la historia”, reconociendo los contrastes que predominaron durante la jornada electoral: “Mientras que en algunas zonas había una auténtica batalla campal, en otras había fiesta y algarabía”. Lo que es peor, “daba pena escuchar las alocuciones de militares y miembros del gobierno, sobre la alegría del acontecimiento, como si el luto de tantos hogares no les importara”.
“La represión ha llegado a niveles impensables, hemos permitido que salga a relucir lo peor del ser humano”, lamenta la líder de la pastoral social venezolana.
4. Ambiente de anarquía
Con respecto al ambiente de anarquía que predominó durante los comicios, Janet Márquez comenta que “un evento que es vinculante para comulgar con un Estado de Derecho no puede organizarse ‘como va viniendo vamos viendo’”.
En este sentido, señala que el acontecimiento del 30 de julio “ha violentado todos los criterios de una votación transparente y creíble”, y cita algunos ejemplos: “Se han cambiado centros y cuadernos electorales, se ha prohibido presencia de los medios de comunicación y de testigos… al final gran parte de la población ha sentido que estas elecciones han sido un gran despelote”.
Cáritas se reinventa
En general, han sido más las pérdidas que las ganancias. “¿Qué perdimos? El tiempo acertado de buscar soluciones, la oportunidad de negociar salidas adecuadas, la democracia, la vida de muchos venezolanos y venezolanas, la esperanza de mucha gente que ve un futuro oscuro. ¿Qué ganamos? La experiencia de entender que el poder, la anarquía y el desconocimiento total de la justicia y el bien común, al final solo trae muerte”, asevera Janeth Márquez.
En medio de este crudo panorama, Cáritas Venezuela continúa haciendo frente a las múltiples calamidades que padece pueblo venezolano: hambre, desnutrición, falta de medicinas, muerte, depresión… También atiende situaciones de violación de derechos humanos a través de la comisión de justicia y paz, denunciando atropellos, acompañando casos y monitoreando procesos.
Sin embargo, su directora subraya que “a Caritas le ha cambiado la vida, ha tenido que ser creativa frente a tantas necesidades, y ha tenido que aprender sobre temas nuevos”. Los altos niveles de desnutrición, la probreza extrema en aumento, la gente que busca en la basura qué comer, la inflación tenaz, el crecimiento de la represión, las torturas de detenidos, los eventos inconstitucionales, la migración escandaloza, y la necesidad de buscar urnas para enterrar a los muertos, hacen parte de los nuevos desafíos de Cáritas.
“Esto y muchas cosas más pasan ahora y la gente necesita de nuestros servicios, por lo tanto estamos también aprendiendo sobre la marcha con la esperanza de que estos nuevos acontecimientos estén solo de paso. Sin embargo, los acontecimientos del domingo han sido la gota que rebasó el vaso y traerá consigo nuevas violaciones”, concluye la directora de Cáritas.