Cientos de personas acudieron la tarde-noche de ayer a despedir el cuerpo sin vida del sacerdote José Miguel Machorro Alcalá en la Catedral de México, recinto sagrado que el pasado 15 de mayo atestiguó el ataque con un arma blanca al sacerdote mexicano.
Familiares y amigos del padre Machorro ocuparon los primeros lugares para permanecer cerca del féretro, sobre el cual se colocó la casulla y la estola doradas, así como el libro de los Evangelios.
A la celebración acudieron también algunos sacerdotes de la Arquidiócesis de México, especialmente de la IV Vicaría Episcopal “San Miguel Arcángel”, en la que se encontraba desempeñando su ministerio.
En la homilía, el obispo auxiliar de esa zona pastoral, monseñor Antonio Ortega Franco, se refirió a la frase “el hombre es el lobo del hombre”, y aseguró que la vida es una lucha dramática entre el bien y el mal; entre la luz, que es gozo, alegría, libertad y amor de Dios, y las tinieblas, que son el error, la mentira, la corrupción y la violencia: “esa es la cultura de la muerte que en estos momentos nos rodea tanto, porque hemos perdido el horizonte, nos hemos alejado de Dios”.
Dijo que hoy más que nunca los sacerdotes deben asumir el compromiso de manifestar con su vida lo grande que es la presencia de Dios, dando testimonio con alegría y entusiasmo, y dando motivos de vida y esperanza a la gente.
Al finalizar la celebración, el Obispo realizó la aspersión del ataúd con agua bendita, y éste salió en procesión en medio de aplausos y el estremecedor grito de: “¡Viva el padre Machorro!” “¡Viva Cristo Rey!”
Trascendió que el sacerdote José Miguel Machorro será enterrado en el Panteón Municipal de Ajalpan, en el estado de Puebla, de donde era originario.
¿Y el asesino?
En tanto, la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México informó en un comunicado que Juan René Silva, el hombre que atacó al sacerdote José Miguel Machorro en el Altar del Perdón la Catedral Metropolitana, “será enjuiciado por el delito de homicidio calificado, debido a que la víctima falleció hoy”.
Explicó que el delito que originalmente era tentativa de homicidio agravado, se reclasificó tras la muerte del párroco, y que el agresor continúa bajo la medida cautelar consistente en el sometimiento, cuidado, vigilancia e internamiento en el Centro Varonil de Readaptación Psicosocial.