Reportajes

Pablo d’Ors y Amigos del Desierto: cuando un libro da el salto a la vida

  • Vida Nueva pasa un día en Las Batuecas, donde el sacerdote y escritor ha puesto en marcha un nueva comunidad de laicos
  • Se sabe ahora que el cardenal de Madrid, Carlos Osoro, les ha reconocido como Asociación Privada de Fieles
  • Son una red de meditadores que surge tras el libro de d’Ors ‘Biografía del silencio’
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Mercedes ofrece una mora. Dudo unos segundos si aceptarla. Una persona que conozco de apenas media hora. Un fruto sin lavar. Tontadas de urbanita que se despejan con una sonrisa de confianza. Lo hago. La tomo en mi mano. Abro la boca. Explosión de sabor. Autenticidad y sosiego en el paladar. “¿Ahora lo sientes? Dios está aquí, se cuela por aquí… Las Batuecas es un templo en sí mismo, se le percibe en cada rincón. Con que te quedes callado, se deja sentir…”. (…)

El monasterio que la Madre Maravillas regaló a los carmelitas descalzos acumula cuatro siglos a sus espaldas, el de mayor arraigo anacoreta en la Península. Doce ermitas para unos monjes contemplativos. Hoy ejerce de centinela el padre Ramón, pero a la vuelta de la esquina una nueva comunidad le relevará. Entre tanto, un grupo de laicos ha encontrado allí algo más que refugio del ruido. Nueve días de ejercicios espirituales dirigidos por Pablo d’Ors. Son los Amigos del Desierto.

“Me ha cambiado la vida”. Mercedes sentencia sin pretenderlo. No suena a conversión de cáscara y relumbrón, sino a vocación dentro de la vocación. “Era cristiana de toda la vida, pero tenía intelectualizada la oración”. Hasta que hace tres años se topó con un libro. Pasó un tiempo hasta que se decidió a aplicarse para sí lo que brotaba de aquellas hojas. Pero lo hizo. Ahora lleva las cuentas de la asociación y durante estos días vela para que a los ejercitantes no les falte nada.

También acoge al forastero. A Vida Nueva, que se cuela en Las Batuecas por un día, intentando no estorbar, sin interrumpir su ritmo, pero sí participando de su meditación, de la charla. Y, por supuesto, del acallarse. Por primera vez, Pablo d’Ors abre las puertas del laboratorio espiritual de estos seglares en búsqueda.

Letrero en el llamado Desierto de San José, en Las Batuecas (Salamanca)

Hambre de interioridad

Hace unos meses, la editorial Siruela rebautizaba a ‘Biografía del silencio’ como superventas, al rebasar los 100.000 ejemplares. Multipliquen los lectores, que no parecen haber pasado una página detrás de otra como el que se apresura a dar con el villano o con un beso. Sin dar el salto al cine o disfrazarse de serie en prime time, ‘Biografía del silencio’ se ha traducido en realidad. No a la manera de un recetario de autoayuda para millenials ungidos por un coach que les maneja por antojo editorial. No van por ahí los tiros.

A los pocos meses de salir de la imprenta en 2012, al sacerdote madrileño de 54 años le comenzaron a llover las cartas con un mensaje común: “Enséñanos a meditar”. Lo confiesa Pablo ante un café manchado. Camisa gris. Gafas que van y vienen. Habla pausado, casi susurrando. Quizá para no quebrantar la calma del valle. “‘Biografía del silencio’ se sigue escribiendo, ya no en papel, sino en la vida de las personas. Cuando recibí unas trescientas cartas, decidí hacer un primer encuentro. Nunca fue una idea mía dar este paso, simplemente encaucé una petición: el hambre de interioridad de nuestros contemporáneos”.

O lo que es lo mismo, periferias existenciales de Evangelii gaudium. Al cura intelectual con ADN de ensayista y pasaporte académico sellado en Roma, Nueva York, Praga y Viena se le encomendaba una parroquia inexistente. (…) “No responde a los alejados sociales, pero sí a los alejados espirituales. Son gente que, cuando llega, no cumple con el precepto dominical, pero con una enorme hambre de trascendencia. Por eso, nuestra propuesta inicial está abierta a creyentes y no creyentes, pero saben que nuestra cepa es el cristianismo”, justifica sobre este desafío evangelizador.

Así se configura lo que denomina “red abierta de meditadores”, una puerta a la que muchos llaman, otros tantos se quedan para olisquear y experimentar, y algunos dan un paso al frente para tocar el misterio de la fe. Pastoral de acercamiento. (…)

El sacerdote y escritor Pablo d’Ors

Asociación Privada de Fieles

Con el engranaje en marcha, el cardenal arzobispo de Madrid animó a Pablo a dar forma eclesial a todo esto. Justo hace un año y sin que haya trascendido hasta ahora, Carlos Osoro aprobaba la entidad como Asociación Privada de Fieles. “Fue una propuesta suya. Hace dos años le pedí ser liberado de la capellanía hospitalaria porque veía que esto exigía una gran dedicación”.

Institucionalizados, sí. Pero sin querer estar atrapados por armazones. “Más que de movimiento, hablamos de red, que responde mejor a la sensibilidad contemporánea. Somos hijos del desierto, no funcionarios del templo. En la Iglesia acabamos creando siempre estructuras y acabamos viviendo para mantenerlas”. (…)

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