A través de un breve mensaje dirigido “a todo el Pueblo de Dios que peregrina en Venezuela”, el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) ha manifestado su solidaridad y acompañamiento a los obispos venezolanos, “quienes han asumido el llamado del Señor a ‘consolar al pueblo’ (cf. Is 40,1)” y “han denunciado con voz profética” la dolorosa realidad que viven los venezolanos, “sembrando esperanza y consuelo en un pueblo afligido y herido a causa de un sistema político que busca imponer su ideología ante una mayoría que exige un cambio”.
Ante esta situación, el CELAM valora el testimonio de cercanía con su pueblo de sus hermanos en el episcopado y los alienta a no claudicar, “a poner siempre su confianza en Aquel que todo lo puede”.
El mensaje, dado a conocer a través del portal del CELAM, se produjo ayer, 4 de agosto, coincidiendo con el día de la instalación de la polémica Asamblea Nacional Constituyente, ampliamente rechazada por la oposición, la comunidad internacional y la propia Conferencia Episcopal Venezolana (CEV).
“En estos últimos meses, desde el CELAM, hemos seguido de cerca la difícil situación que viven los venezolanos”, destaca el comunicado, donde se detalla la “profunda crisis económica, política y social, en la que imperan la violencia, la vulneración de los derechos humanos, así como la falta de respeto a la vida humana reflejado en más de un centenar de venezolanos que en los últimos meses han perdido la vida por defender la democracia”.
Con el propósito de alcanzar la paz, la justicia y la reconciliación, la instancia eclesial más representativa de la Iglesia latinoamericana anima al pueblo venezolano “a no cejar en la lucha –en un ambiente de no violencia y de respeto profundo por los valores de la cultura inspirada en el Evangelio– por alcanzar juntos la construcción de una nación fraterna, solidaria y en paz”.
La voz de cercanía y solidaridad del CELAM se suma a la de varias conferencias episcopales de América Latina y, de manera especial, a la de la Santa Sede, que explícitamente ha solicitado que “se eviten o se suspendan las iniciativas en curso como la nueva Constituyente que, más que favorecer la reconciliación y la paz, fomentan un clima de tensión y enfrentamiento que hipotecan el futuro”.