Si todos los veranos la localidad francesa de Taizé se convierte en uno de los focos de peregrinos de distintas confesiones dispuestos a compartir sencillamente su fe con la comunidad ecuménica encabezada por su prior, el hermano Alois Löser, esta vez estamos ante un encuentro ciertamente especial. Y es que, desde el pasado domingo 6 de agosto y hasta este domingo 13, unas 3.500 personas, en su mayoría jóvenes (como siempre, la representación española es notable), van a reflexionar sobre la situación de los inmigrantes y refugiados en nuestros países y compartir experiencias de acogida.
El redentorista José Miguel de Haro, presidente de la asociación Acoger y Compartir y un peregrino habitual en este enclave galo, comenta a Vida Nueva hasta qué punto es un motor espiritual: “Taizé es una parábola de comunidad hecha tierra de paz y acogida, atravesando desafíos. Sorprende que resistan… Aquí la Pascua se celebró con una hoguera que duró toda la noche, hasta las seis de la mañana, cuando fue la eucaristía. Y, desde entonces, como un río de vida, los acontecimientos alimentan la búsqueda que propone el encuentro con el Resucitado”. Pudo ser en esas fechas cuando surgió la idea de que la vivencia de una fe sin fronteras se encarnara en el abrazo a quienes tienen su cruz, precisamente, en el intento de llegar a nuestras fronteras.
“Estos días –relata De Haro– se escucha hablar en árabe en la colina de Taizé. Hay refugiados. Hay gente de Egipto, Siria, Líbano, Jordania, Palestina o Irak. En la comida de hoy estaban dos refugiados sudaneses que ya han encontrado trabajo en Cluny. El propio hermano Alois ha puesto de manifiesto la ayuda solidaria que está dando la región a los refugiados. En un texto de la comunidad se dice: ‘Los hermanos quisiéramos vivir en comunidad un signo de esta unidad de la familia humana, es Cristo quien nos une más allá de fronteras, de confesiones, de países”.
Apoyo institucional
Como indica el presidente de Acoger y Compartir, al encuentro, marcado por la sencillez de todos los años, se está sumando esta vez un cierto carácter institucional, lo que da idea de hasta qué punto es significativa esta apuesta por una cultura de acogida: “Hay representantes de la ONU, de la Federación Luterana Mundial, del Servicio Jesuita para los Refugiados (SJR), diputados del Parlamento Europeo o el responsable francés para la protección a refugiados y apátridas”. “Pero –añade a continuación–, la sonrisa de esos dos jóvenes sudaneses comunicando que han encontrado trabajo es lo que justifica casi todo”.
Encuentro con los musulmanes y visita de Bartolomé I
Además de esta semana en el que el protagonismo es para la situación de los refugiados e inmigrantes, el redentorista explica que el verano en Taizé ha estado también marcado “por un encuentro de amistad entre musulmanes y cristianos y por la visita, por primera vez, del patriarca de Constantinopla, Bartolomé I, a la que se sumaron representantes de diferentes comunidades cristianas. En otro momento, se reunieron los jóvenes protestantes de la región con sus pastores y, junto a la comunidad, se preguntaron si no es ya la hora de vivir y pensar ecuménicamente como ‘quienes pertenecen a un solo cuerpo, Cristo’”.
Antes de que concluya el verano, un centenar de miembros de la comunidad de Taizé se desplazarán hasta Egipto para celebrar en El Cairo la tradicional Peregrinación de Confianza.