América

Alfredo Somoza se sincera: “Francisco me salvó la vida”

  • El periodista argentino desvela en primera persona cómo el Papa le liberó de las garras de Videla
  • “A Bergoglio no le gusta definirse como un héroe ni que nadie lo piense así, hay que decir que hizo lo que pudo contra el totalitarismo, arriesgando su vida”, señala sobre aquel episodio





Pocos días después de que Jorge Mario Bergoglio fuera elegido como sucesor de Pedro, se solaparon los rumores de una posible connivencia del jesuita hacia la dictadura argentina. En unas horas, esta tesis se venía abajo cuando varias personas daban un paso al frente para reconocer el papel que jugó el entonces provincial argentino de la Compañía de Jesús a la hora de liberarles de una muerte segura. Entre ellos, se encontraba el jesuita español José Luis Caravias  y un grupo de jóvenes seminaristas.

Los relatos de su salvación los recogería meses después Nello Scavo en el libro “La lista de Bergoglio” (Publicaciones Claretianas). En la obra se hace referencia también a Alfredo Ruiz Somoza, periodista y presidente del Instituto de Cooperación Económica Internacional. Treinta y ocho años después de que Bergoglio le salvara de las garras del régimen de Videla, ambos se reencontraban el pasado mes de julio en la Santa Sede.

Ahora Somoza da un paso al frente y ha decidido contar en primera persona cómo vivió aquellos días en la revista colombiana Semana, bajo el título: “Francisco me salvó la vida”. En este artículo, el periodista subraya cómo Bergoglio “utilizó con discreción los instrumentos que tenía para salvar muchas vidas humanas. Seminaristas, sacerdotes y estudiantes cercanos al mundo jesuítico argentino lograron salvarse gracias al coraje de ese sacerdote que en su soledad logró evitar que muchas vidas cayeran en el infierno que representaban los militares”.

La red de las casas seguras

En aquel momento, Somoza era un estudiante de Historia de la Universidad del Salvador de Buenos Aires que dirigía una revista cultural “no alineada” con el régimen. “En mi caso, el auxilio que me permitió llegar a Europa a través de Brasil –por entonces también bajo una dictadura– fue consecuencia de la conexión de Bergoglio con el obispo de São Paulo, el cardenal Paulo Evaristo Arns, quien durante los años setenta y ochenta creó una red de ‘casas seguras’ con el objetivo de refugiar a prófugos de las dictaduras de Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay”.

A renglón seguido explica cómo “esa red solidaria fue usada por decenas de personas, quienes, de lo contrario, habrían desaparecido en manos de los militares, y era uno de los eslabones de la cadena de fuga de Bergoglio: empezaba en Brasil y continuaba en Europa”.

Las buenas obras

En varios momentos, el periodista explica cómo “a Francisco no le gusta hablar de todo esto, en gran medida porque las buenas obras se hacen, pero no se cuentan”, llegando a afirmar que “esas historias que, por su pudor, ni siquiera él mismo se anima a relatar, pero que es justo que se sepan”.

De la misma manera, afirma con contundencia que aunque al actual Papa “no le gusta definirse como un héroe ni que nadie lo piense así, hay que decir que hizo lo que pudo contra el totalitarismo, arriesgando su vida, gracias a su prestigio, a sus conocimientos y a los recursos de los que disponía por ser superior de los jesuitas”.

Somoza remata su testimonio con una conclusión certera: “No era un hombre de izquierdas y nunca se manifestó públicamente contra la dictadura, sin embargo, supo elegir bien cuando le llegó el momento de decidir entre la vida y la muerte”.

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