Las confesiones se plantan ante el presidente Trump para defender la libertad religiosa. El pasado mes de febrero, el presidente anunció su propósito de eliminar la conocida como enmienda Johnson, propuesta en 1954 por el demócrata Lyndon Johnson que prohíbe involucrarse en actividades políticas a las entidades religiosas so pena de perder la excención en el pago de impuestos.
“Les voy a liberar y voy a destruir totalmente la enmienda Johnson para permitir que los portadores de la fe puedan hablar liberemente sin miedo a represalias”, dijo en aquel momento Trump. Y es que, esta modificación legislativa permitiría que las iglesias y otras confesiones para manifestar su apoyo político en unas futuribles elecciones, cosa que ahora se prohíbe.
Lejos de ser visto por las religiones como un gesto de buena voluntad, lo han valorado como un ataque a los pilares de la separación Iglesia-Estado. Tanto es así que más de 4.000 líderes religiosos han firmado una declaración que enviaron ayer al Congreso para que se proteja esta enmienda constitucional.
“Como líder en mi comunidad religiosa, me opongo firmemente a cualquier esfuerzo para derogar o debilitar la ley actual que protege a los lugares de culto de convertirse en centros de política partidista”, recoge esta carta en la que los líderes, entre los que se encuentran católicos, protestantes, judíos, musulmanes… Sin embargo, no es tan notable la presencia de representantes evangélicos, principal apoyo del presidente republicano. “Cambiar la ley amenazaría la integridad e independencia de los lugares de culto”, apunta la misiva donde hay representación de confesiones de los 50 estados.
“Los líderes religiosos están llamados a decir la verdad al poder, y no podemos hacerlo si somos meros engranajes en máquinas políticas”, señalan los firmantes que subrayan cómo “especialmente en el clima político actual, una participación partidista generaría una gran división y tendría un impacto perjudicial en la unidad de las religiones y en el discurso civil”.